¿Quién puede negar que en el discurso de “Nacho” se desnuda la realidad de un programa que no sólo promueve desde un canal del Estado una semántica de guerra, amparada con errores ortográficos, sino que es un laboratorio de mentiras y calumnias
nJavier Antonio Vivas Santana
Confieso que salvo una que otra canción, no soy fanático y nunca he comprado un disco de “Chino y Nacho”, en parte porque asocio sus formas de cantar, al igual que Calle 13 u otros similares, como simplistas, quienes, aunque en algún momento graben determinadas melodías transmisoras de un mensaje social, pienso que en ello nunca existe una sinceridad plena, por aquello del mundo en el cual se desenvuelven, al cual considero, la banalidad de la sociedad.
Ahora bien, puedo estar en desacuerdo con el discurso de “Nacho” sobre lo que expresó sobre Chávez, en relación con el análisis que se hizo sobre los restos del Libertador, pero de allí a malograr sus palabras, en las cuales denunció a “socialistas” con aviones privados, quienes también poseen zapatos de 1.500 dólares o relojes de 20 mil de esos “verdes”, o en su defecto ser dueños de camionetas de lujo último modelo, así como apartamentos o “pent-houses” en el propio imperio u otros países de Europa, América Latina o cualquier parte del mundo, es una verdad incuestionable sobre la cual ha sido el propio pueblo chavista el principal traicionado, y salvo las cúpulas del mal llamado Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). Cómo negar la realidad de corrupción y podredumbre moral en que se ha convertido el gobierno de Maduro, que de “revolucionario” solo le quedó el nombre, porque su realidad está orientada hacia un germen de complicidad que ampara todo lo podrido de un Estado, no desde “tribus judiciales”, sino de mafias que han convertido a la nación en una bazofia jurídica.
¿Quién puede negar que en el discurso de “Nacho” se desnuda la realidad de un programa que no sólo promueve desde un canal del Estado una semántica de guerra, amparada con errores ortográficos, sino que es un laboratorio de mentiras y calumnias, que hasta articulistas de Asamblea Popular Revolucionaria (Aporrea) por mostrar su desacuerdo con políticas del gobierno hemos sido tachados de apátridas, “pitiyanquis” o vendidos al imperio, mientras éstos jamás han señalado un caso de corrupción desde lo más alto del gobierno?
¿Acaso es mentira, (y no vengan a llamarnos divisionistas de clases) que hoy miles de compatriotas están pasando necesidades porque no encuentran medicinas ni alimentos, y menos poder tolerar la terrible inflación que vivimos ganando un salario mínimo que en la actualidad no distingue entre la capacitación o nivel académico de los trabajadores? ¿Es posible hablar de honestidad y moralidad con un discurso “socialista”, pero las escuelas, liceos y hospitales en términos reales, en su gran mayoría, técnicamente se están “cayendo” hasta lo más profundo del abismo? ¿Dónde están los responsables que debieron hecho más productivas las empresas “nacionalizadas” que hoy están quebradas y sin producción de ningún tipo?
¿Cómo desmentir que nuestras cárceles son dominadas por los llamados “pranes”, quienes a su vez son los jefes de la delincuencia que en en muchos casos se expande sobre todo el país? ¿Quién desde el Estado puede explicarnos la entrada de armas de guerra a los recintos penitenciarios? ¿Es posible, y lo pregunto yo, hablar de revolución con policías cuyos salarios son de supervivencia, sin materiales ni unidades suficientes para atacar el crimen? Me disculpan, y no me importan si me acusan de “apátrida”, pero esas líneas expresadas en el discurso de “Nacho” son verdades irrefutables.
El “Nacho”-discurso es una simple referencia de lo que se escucha en la calle, pero el gobierno de Maduro, así como se (auto)engañó sobre su campaña para las elecciones de la Asamblea Nacional, continúa en la repetición de su ciclo de errores. ¡No existe rectificación!
Esta vez fue no fueron “los infiltrados de Aporrea” quienes le enviaron a Maduro un mensaje, en esta oportunidad un 12 de Febrero, “Día de la Juventud”, fue un joven venezolano, que aunque no guste su estilo de cantar, ha hablado con la palabra objetiva los males que sufre la patria, que sufre el pueblo. Ser apátrida no es criticar al gobierno de Maduro o pedirle su renuncia. Ser apátrida es negar la realidad que vivimos y defender tanta inmundicia política. El “Nacho”-discurso: parte de una verdad que el gobierno sigue diciendo que es “mentira”. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.