Personas en cola afirmaban «estar seguros» de que en las instalaciones habían productos de la cesta básica que funcionarios presumiblemente no querían sacar a la venta; sin embargo, La Voz no pudo obtener la versión oficial acerca de estos hechos
Un nuevo capítulo de protestas se produjo ayer a las puertas de la sede Mercal situada en la conocida subida de Aconcagua, en la ciudad mirandina de Guarenas, donde usuarios aseguraban que no se marcharían sin que les vendieran los productos que afirmaban estar seguros habían llegado a la sede.
Distintas personas que estuvieron comunicándose vía telefónica con las oficinas de este diario, así como usuarios a las puertas de la sede, a donde acudíamos para conocer mayores detalles, insistían en que en las últimas semanas se ha convertido en «una pesadilla» acudir a comprar en estas instalaciones, especialmente los días lunes.
«No entendemos por qué nos hacen esto, ya es suficiente con el estres que cargamos todos los venezolanos, de no saber qué comeremos cada día, o si encontraremos los alimentos a pesar de que hagamos cola», así lo expresaba Arturo Bello, quien afirmó que durante las dos últimas semanas ha intentado hacer compras en la sede Mercal de Aconcaga, en Guarenas, y le ha resultado imposible, a pesar de que -según afirma el ciudadano- «sabemos que llega la comida, y los mismos funcionarios de este Mercal la retienen a su conveniencia, eso nos da mucho que pensar.
Con la tercera edad
También otros usuarios denunciaron que incluso los funcionarios del precitado Mercal presuntamente actúan contra personas de la tercera edad, al punto que hace algunas semanas les retuvieron sus identificaciones a varios adultos mayores, y luego les indicaron que sus cédulas no aparecían, mientras que la cola iba avanzando. «Las personas que tenían sus cédulas supuestamente extraviadas en la sede del Mercal, por culpa de los mismos funcionarios, se quedaron sin poder comprar lo que había, y a pesar de que tenían varias horas en cola, eso ya se parece mucho a la maldad, y deberían investigarse estas cosas», nos explica Mayra de Rodríguez, otra de las usuarias a las afueras de la sede.
Ayer en medio de la confusión reinante en el ambiente el equipo de este diario no pudo accesar hasta el interior de la sede Mercal, para poder obtener la versión de algún encargado del sitio, y debimos retirarnos sólo con la versión de quienes afuera denunciaban estos casos.
Personas como Sonia Perozo nos indicaban: «la idea no es andar revolviendo la calle, pero aquí lo que provoca es encadenarse a esta reja y no dejar que nadie salga o entre hasta que nos vendan la comida como es, no hay derecho de tanto sufrimiento diario vale», culminó.
Janeth Solórzano
jsjsolorzano@gmail.com