Ni las empresas de alimentos ni las de telecomunicaciones, sean privadas o del Estado, generan hoy ingresos externos
Como parte de la confrontación en curso, mucho se habla de la necesidad de cambiar el modelo económico y social del país.
La afirmación es sonora y genera simpatías, independientemente de quién la formule, el Gobierno o la oposición. Sin embargo, es una expresión que es utilizada más como recurso retórico que como meta hacia dónde avanzar.
El modelo que existe en el país es el denominado capitalismo rentista, en el cual los ingresos por la posesión de materias primas por parte de Venezuela representan lo esencial de las ganancias en divisas obtenidas por las empresas del sector privado de la economía, las cuales no tienen las fortalezas necesarias para sustentarse ni para competir en los mercados internacionales. Viven a la sombra de los ingresos de Pdvsa, como también lo hace la pequeña fracción de empresas del Estado. Ni las empresas de alimentos ni las de telecomunicaciones, sean privadas o del Estado, generan hoy ingresos externos.
No es sencillo revertir ese carácter capitalista de la economía ni su condición rentista. Las fórmulas de libre mercado y de propiedad privada del aparato productivo no han podido dar respuesta ni en nuestro país ni en otras latitudes a los “problemas del desarrollo”. Numerosas teorías se han elaborado sin éxito desde la óptica de la dependencia.
Del mismo modo han fracasado en el mundo las tesis del neoliberalismo. Tampoco las economías centralizadas y estatizadas, emparentadas con el socialismo, han podido generar un tejido productivo eficiente en los países subdesarrollados.
Las experiencias con un cierto éxito, como China o Noruega, representan formas sincréticas de modelos diversos, que pueden servir en alguna medida de ejemplo para que Venezuela construya a partir de una economía con formas mixtas de propiedad, un original modelo desarrollo que satisfaga a su vez los intereses generales del país, la acumulación privada de capital y la preminencia sobre el Estado de las clases populares.
Para avanzar en esa dirección de superación del rentismo no se requiere ninguna ruptura con el modelo actual de propiedad en vigor en Venezuela, que incluye formas privadas que representan 70% del PIB, formas estatales e incipientes núcleos de lo que se conoce como economía social o comunal. No son las actuales formas de propiedad las que impiden la creación de una economía productiva.
Tampoco se requiere para superar el rentismo una ruptura política que signifique la creación de un sistema distinto al actual.
En este terreno, de lo que se trata es de ordenar, independientemente de quién esté al frente del Ejecutivo, un mecanismo de cohabitación entre las distintas élites y clases sociales para todo un período histórico, en el que puedan coexistir la convivencia y la confrontación. Con una visión política “rupturista” no será posible encontrar las bases sociales para la superación del rentismo.
Leopoldo Puchi