La estrategia del país debe ser la búsqueda de soluciones y la sustitución de la cultura de la confrontación por una cultura del diálogo y de la cooperación
Venezuela necesita inteligencia y patriotismo. Necesita altas dosis de ambas cosas. Inteligencia para comprender la magnitud de la crisis y patriotismo para promover los acuerdos indispensables y los consensos necesarios para superar las dificultades.
La crisis no se agota en lo político. Salir del Presidente y de su gobierno puede ser necesario, pero no es suficiente. Todas las fórmulas que se proponen requieren tiempo y confrontación.
El tiempo no lo tenemos. Las soluciones deben comenzar a ponerse en marcha mañana. El hambre del pueblo no aguanta largos meses de debates políticos, constitucionales y jurídicos. Hay que tomar medidas que acaben con las colas ya.
Hay que acabar con el desabastecimiento, con el alto costo de la vida, con el deterioro de servicios públicos tan fundamentales como la salud, el agua, la energía eléctrica y la seguridad.
Esos son temas que tendrían que abordarse de inmediato. La impaciencia colectiva está creciendo y en cualquier momento estallará con consecuencias impredecibles.
Por otra parte, la confrontación política en la cual estamos sumergidos desde hace casi 20 años no nos ayuda a resolver los problemas económicos, sociales, culturales y éticos que estamos padeciendo los venezolanos.
La estrategia del gobierno es la confrontación. La estrategia del país debe ser la búsqueda de soluciones y la sustitución de la cultura de la confrontación por una cultura del diálogo y de la cooperación.
Lech Walesa, el antiguo dirigente sindical polaco que combatió al comunismo y llegó a ser presidente de Polonia, nos visitó recientemente y además de darnos su testimonio de solidaridad en la lucha por los derechos humanos, nos recomendó esa cultura del diálogo y de la búsqueda de consensos para superar las dificultades.
Walesa tiene autoridad para hacernos recomendaciones. A él le tocó enfrentar y derrotar a un régimen comunista apoyado por la Unión Soviética que, además, era su vecino. Walesa pudo lograrlo sin derramamiento de sangre y construyendo amplios acuerdos que permitieron la transición sin traumatismos.
Estuve visitándolo en Polonia cuando todavía no había colapsado el régimen soviético y cuando todavía estaba en la presidencia de su país aquel tenebroso general apoyado por los soviéticos, Yaruselsky.
Recuerdo bien que lo que Walesa me expresó entonces y es lo que nos aconseja ahora a los venezolanos: “Inteligencia para comprender la complejidad de la crisis y patriotismo para promover los acuerdos que ayuden a resolverla”.
Seguiremos conversando.
Eduardo Fernández