La mayoría de las personas aseguran que leen la Biblia. ¿Pero cuantos la estudian?.
El diccionario define leer como: pasar la vista por lo escrito o impreso, entendiendo los signos. Mientras que el significado de estudiar es: ejercitar el entendimiento para comprender o aprender una cosa, examinar atentamente.
La Biblia no es un libro como los otros, es la Palabra de Dios escrita, es el manual de vida que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo utilizan, para darnos a conocer la voluntad de Dios y enseñarnos a obedecerla.
En 2 Pedro, 1:20-21 podemos leer: “ante todo tengan muy presente que ninguna profecía de la Escritura surge de la interpretación particular de nadie. Porque la profecía no ha tenido su origen en la voluntad humana, sino que los profetas hablaron de parte de Dios, impulsados por el Espíritu Santo”.
Para que podamos vivir de acuerdo a la voluntad del Padre siguiendo las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo, debemos pedirle al Espíritu Santo que nos revele la verdad que encierran las Santas Escrituras, para conocer el propósito de Dios para nuestras vidas.
No debemos tomar la Biblia como un libro mágico que al abrirlo las letras van a flotar en el aire y Dios nos va a hablar, esa creencia no es bíblica, pero se ha convertido en una superstición y una costumbre propiciada por Satanás, para desvirtuar el verdadero significado de las Santas Escrituras y confundir al ser humano.
“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia”, versículo 16, capítulo 3 de la Segunda Epístola a Timoteo.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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