Algunos ponderan la renuncia del Presidente, otros manejan la enmienda constitucional para acortar el período gubernamental, el revocatorio referendario y hasta el abandono del cargo
Estamos contestes en que la sociedad venezolana se encuentra enmarcada en una compleja coyuntura, dimensionada, por una aguda crisis económica que tiene una amplísima repercusión psicosocial y que, indiscutiblemente, tendrá su desiderátum en el campo de lo político, pues, en el fondo, lo que está planteado, es el consabido problema del poder, que es el que resume el cúmulo de contradicciones presentes en una determinada sociedad de clases; y más en la Venezuela coyuntural, en donde se viene librando un denodado combate entre dos modelos de país: por un lado, el del capitalismo egoísta y depredador, liderado por una clase burguesa apátrida y lacaya del imperialismo estadounidense y, por otro lado, el del socialismo del siglo XXI, solidario, incluyente e integracionista, liderado por el bravo pueblo bolivariano.
Es decir, una coyuntura que, si bien está signada por lo económico, tiene su detonante en lo político; caracterización que la burguesía o, mejor, sus actores políticos (MUD y agregados), tienen tan claramente definida que no hacen mayores empeños en propuestas de índole económica. Por el contrario, todas sus acciones están dirigidas a orquestar un plan táctico conducente al derrocamiento del gobierno constitucional presidido por Nicolás Maduro.
Entre diversas propuestas
Uno de los voceros opositores más conspicuos, actual presidente de la Asamblea Nacional, el adeco Henry Ramos Allup, declaró, el mismo día en que asumió la dirección del Poder Legislativo, que daba un plazo de 6 meses para el término del gobierno bolivariano, plazo que, luego, en un gesto de la mayor prosapia betancuriana, dictaminó que había que acortar; pues bien, ya van 2 meses y el gatillo mudista luce “encasquillao”.
Lo cierto es que han considerado varias propuestas-escenarios, en los que sus constitucionalistas se han solazado considerando los pro y los contras de cada una de ellas, es el caso, que algunos ponderan la renuncia del Presidente, otros manejan la vía de la enmienda constitucional para acortar el período gubernamental, otros, el revocatorio referendario, y otros, los más descocados, el abandono del cargo. En el último conciliábulo determinaron la activación paralela de las tres primeras, la tripleta subversiva: renuncia, enmienda y revocatorio; por aquello del axioma teórico, muy a lo Ramos Allup, “si no lo agarra el chingo lo agarra el sin nariz”.
Por supuesto, cualquiera de las fórmulas a optar estará aderezada con la profundización de la guerra económica (desabastecimiento, escasez, colas, aumento galopante de precios, bachaqueo, contrabando de extracción, etc.), manipulación mediática, guerra de rumores, saboteo de servicios públicos, calentamiento de calle, movidas con paramilitares, acción solapada de las ONGs financiadas desde el exterior, cerco financiero internacional, presión política de la derecha internacional, y, claro está, la presión de masas tipo Plaza Maiden (Kiev, modelo ucraniano), tan del gusto de los yanquis, quienes, por cierto, acaban de ratificar por un año más el decreto que considera a Venezuela una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos.
Es decir, acentuarán todo el dispositivo de guerra no convencional que el imperialismo y sus lacayos han venido instrumentando a lo largo de los años y que en los últimos tiempos le han reportado avances importantes para su plan estratégico desestabilizador, verbigracia el triunfo en las elecciones parlamentarias de diciembre pasado y que hizo posible que candidatos como Tomás Guanipa, en Caracas, o Rafael Guzmán, en Guarenas-Guatire, así como muchos otros, salieran electos como diputados aún cuando eran y son absolutamente desconocidos por los electores de sus circunscripciones.
Se impuso la RN
Ahora bien, por los vientos que soplan que presagian tempestades, todo indica que, en lo inmediato, van a inclinarse por la fórmula de presionar para la renuncia del presidente que, ciertamente, está contemplada en la Constitución, pero como un acto voluntario de quien ejerza la Presidencia de la República y que, en el caso que nos ocupa, Nicolás Maduro, no tiene la más mínima intención de renunciar. Todo lo contrario. En consecuencia, tal pretensión tendría un carácter claramente subversivo, violatorio de la Constitución y generador de una confrontación con resultados impredecibles para la paz de la república.
Camuflados con la disputa político-legal entre la Asamblea Nacional y la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia, van a aprovechar para invocar, una vez más, la aplicación del Artículo 350 Constitucional y con ello propiciar una situación de tal naturaleza confrontacional que justifique, según sus ambiciones, insistir en la renuncia del Presidente.
Pero esto, ni más ni menos, es lo que los ultra radicales de la paraoposición, expresados, fundamentalmente en la gente liderada por Leopoldo López, los de Vente Venezuela de María Corina Machado y los infaltables parejeros de Antonio Ledezma, ahora con el agregado oportunista de los adecos, vienen auspiciando desaforadamente desde hace dos años y que concluyen ha llegado el momento de materializar.
Ya algunos aprontados se han adelantado a solicitar la renuncia de Nicolás Maduro, entre ellos: intelectuales y militares retirados de derecha e intelectuales y militares retirados renegados del bolivarianismo, tales, como Felipe Pérez Martí, Margarita López Maya y Florencio Porras; los comparseros que nunca le faltan a la burguesía a la hora de instrumentar sus planes convulsos.
El flaco
Y, a todas estas, cómo queda el flaco Capriles, pues, aislado y derrotado en su posición de promotor solitario de la fórmula del referendo revocatorio, salió a recorrer el país con esa propuesta, pero sus socios agalludos de la MUD, comenzando por su otrora compinche, el Chúo Torrealba, le jugaron posición adelantada e impusieron, en primer término, la política de La Salida expresada en la RN (Renuncia Nicolás) contando para ello, naturalmente, con la venia de la Embajada.
“En el último conciliábulo determinaron la activación paralela de tres propuestas, la tripleta subversiva: renuncia, enmienda y revocatorio…”