Estos ladrones malbarataron y se robaron US$ 50.000 MM, comprando unas plantas chatarras de generación distribuida, que no permitieron crear el necesario respaldo de generación térmica que pudiera paliar ahora los efectos del cambio climático
No es solamente el inminente apagón eléctrico que permitió la incompetencia, la corrupción y la desidia de este gobierno de bribones, sino que el país tiende a paralizarse, hasta un punto en que tendrá que cerrar. Conforme las cosas están ocurriendo vamos a un colapso y a una quiebra técnica.
A diferencia de la rana que echan en un estanque de agua tibia, y a la cual le van subiendo la temperatura paulatinamente, sin que ella sienta el cambio porque la gradualidad le permite adaptarse, hasta que la pobre termina muriendo, en sentido inverso al país le está bajando, cada día y de manera inexorable, la actividad económica, lo cual seguramente terminará con la bajada de la santamaría y la clausura de la Venezuela de sus mejores años.
Cada día las empresas de Guayana cierran más hornos, celdas, plantas y turnos. Cada día hay más racionamientos de agua. No hablemos de la cota del Guri y la inminencia del colapso eléctrico.
Estos ladrones que desde 2009 malbarataron y se robaron US$ 50.000 MM, comprando unas plantas chatarras de generación distribuida, en complicidad con los bolichicos de Derwick, no permitieron crear el necesario respaldo de generación térmica que pudiera paliar ahora los efectos del cambio climático.
Los empleados públicos trabajan la mitad del tiempo, los centros comerciales también. Las ventas de repuestos ya no tienen nada que vender, así como también el puerto libre de Margarita.
Los estantes de los supermercados exhiben productos sólo en la primera fila, la salsa de tomate está extinta, igual que el café, el jabón, la carne, el pollo, etc., etc. ¿Cuánto falta para que haya un colapso? No lo sabemos, pero no es difícil imaginar que ocurrirá más temprano que tarde. Es obvio el disgusto de la gente y lo expresan públicamente, donde quiera que uno vaya.
La percepción de que los alimentos pueden desaparecer de los anaqueles hace ya muy difícil mantener el orden en las colas, de manera que hay una tendencia a la desesperación y al caos. Sin embargo, el gobierno permanece imperturbable, no reacciona frente a este escenario terminal.
Sólo lo administra recortando periódica y sistemáticamente alguna actividad productiva, para estirar los pocos dolaritos que maneja y los exiguos kilovatios de electricidad que puede generar.
La propia actitud del gobierno de intentar bloquear a la Asamblea Nacional, negándole sus atribuciones constitucionales de control sobre los demás poderes, la confrontación del TSJ contra la AN, las agresiones contra los diputados, el boicot contra las sesiones, el desconocimiento de las leyes que se aprueban, termina por desvanecer toda posibilidad de entendimiento y de resolución con apego a la legalidad, de la gobernabilidad del país. El hecho de que se pida la mediación de la OEA habla a las claras de la inviabilidad del país.
Sin darnos cuenta, nos están bajando la intensidad de la luz, para que nos acostumbremos a vivir en la penumbra, hasta que nos conviertan en zombis de la noche. Esa es la pretensión del gobierno, fingir que no pasa nada y sobrevivir hasta que el petróleo se recupere.
El tema es que los precios de los hidrocarburos no van a subir ni en el corto ni en el mediano plazo; el colapso no puede esperar y la rabia acumulada de la gente no admite más esperas.
Miguel Méndez Rodulfo