Soberana estupidez el decreto del Gobierno de Obama, ya que al final su impacto en la política nacional es totalmente nula, o cuando menos negativa
El gobierno y la política exterior de los Estados Unidos sin duda reiteran un estúpido error que incluso va en contradicción con su propia política con Venezuela. Mantener y ratificar un decreto que señala a Venezuela como amenaza para los EE. UU., aunque tenga como fin sancionar a determinados funcionarios, y aún cuando sea un protocolo legal para el desarrollo de estas sanciones, simplemente termina facilitando al mellado discurso del presidente Maduro algún ápice de sentido antiimperialista, que es de lo poco que le queda con alguna coherencia socialista y chavista.
El punto es que, en una situación donde nadie se movilizaría por defender a este gobierno como consecuencia de su fatal gestión económica, el sentimiento antiimperialista logra sobreponer la gran decepción del pueblo chavista al gobierno, y hace que más allá de la burocracia obligada a marchar, sectores sociales de izquierda también se movilicen, aunque con un pañuelo en la nariz.
Insisto, soberana estupidez el decreto del Gobierno de Obama, ya que al final su impacto en la política nacional es totalmente nula, o cuando menos negativa, en esa cultura injerencista que sólo tiene lógica por doctrina y no por sentido común.
Por el otro lado está el otro decreto, igual de inútil que el de Obama, un decreto de «emergencia económica» que habiendo sido rechazado por la AN y rescatado por el TSJ, hoy el Ejecutivo exige una prórroga para hacer lo que hasta ahora ha hecho con ese decreto… no resolver problema alguno.
Si el sentido fundamental de dicho decreto es atender el problema que hoy vivimos todos los venezolanos con el abastecimiento, la precariedad del salario, la dependencia de la renta petrolera, etc., y hacer lo que sin el decreto no podría hacerse, entonces podemos asumir que Maduro ha vuelto a fracasar, así que una extensión del fracaso no sólo termina siendo un sin sentido, sino una burla a la nación.
Este decreto de emergencia sólo tendría sentido si con él se audita la asignación de divisas y la deuda externa, para así superar la impunidad y recolocar normas claras para impulsar la productividad del país, todo lo demás es seguir alimentado la corrupción de parte de la burocracia, parte de la banca y la acumulación mafiosa de capital por parte de sectores «empresariales». Basta de impunidad.
El CNE vs Marea Socialista
Los compañeros de Marea Socialista me han hecho llegar una preocupación no sólo legítima, sino una evidencia más de la vocación antidemocrática y autoritaria de la injerencia del Poder Ejecutivo y sus intereses a través del resto de los poderes.
Como es públicamente sabido, Marea Socialista ha demandado ante el TSJ la obstaculización por parte del Poder Electoral del derecho que le asiste constitucionalmente de organizarse políticamente para tener tarjeta electoral, negando el nombre de su organización. Ante una dilatada atención, el TSJ a través de su Sala Electoral ha dado razón para entablar un proceso que espera una pronta respuesta que pareciera no darse.
Sin embargo en la sesión establecida para la presentación de alegatos a favor y en contra del reclamo, la fiscal asignada al caso planteó un juicio político e ideológico sobre la imposibilidad de que Marea utilizará en su nombre el término «Socialista» ya que para su consideración, y como consecuencia de escritos publicados por este servidos en diversos medios, al ser crítico ante el gobierno, eso inhabilitaba a Marea Socialista de poder ser socialista. Sí, en una escena surrealista, el juicio tomo un giro insospechado, que definirá el destino de los socialistas en Venezuela, ya que según la postura de la fiscalía, cualquiera que pretenda definirse socialista y no esté con el PSUV y el gobierno de Maduro, tendrá prohibido llamarse así.
Sobre este sorprende dilema mi invitación es en primer lugar, a apelar a la cordura académica, intelectual y política de los miembros de la Sala Electoral, lo segundo es exhortar a esta fiscal a que podamos confrontar su concepto de socialismo en un escenario público, sin el privilegio de desempeñar un cargo de fiscal público que en lugar de atacarme y defender a un partido, debería defender mi derecho como ciudadano a definir no sólo mi identidad, sino a organizarme para demostrarlo, y lo último que pediría es a convocar urgente a una profunda, aireada y contundente discusión sobre nuestro sistema electoral actual y las perversiones que viene heredando de los intereses de viejos y nuevos vicios, que garantizan a la polarización su supervivencia a pesar de que la realidad política venezolano hoy es otra muy distinta.
Nicmer Evans
aporrea.org