Cada vez se torna más clara la correspondencia existente entre el decreto de Obama, la intención golpista que anima a la paraoposición venezolana y la ola de desestabilización
El emblemático representante de la vieja política cuartarrepublicana, Henry Ramos Allup, en su provocador discurso de apertura como presidente de la Asamblea Nacional, el pasado 5 de enero, tronó cual Taranus, dios del trueno en la mitología celta, que le daba seis meses a Nicolás Maduro para su salida de la presidencia de la República.
Por su parte, el no menos provocador dirigente del neofascismo criollo, Freddy Guevara, el pasado 11 de marzo, en la Plaza Brión (Chacaíto), anunció que, a partir del día siguiente, comenzaba a correr los treinta días que le quedaban al presidente Maduro en Miraflores, es decir, preconizaba que el 11 de abril se iba a materializar, por fin, el sueño que, obsesivamente, los ha venido atormentado durante estos lustros.
Acoplada encerrona
Contra lo que aparentemente se pudiera considerar como una contradicción entre estos dos conspicuos representantes de la paraoposición, más bien lo que trasluce esta disparidad de criterios, es una angustiosa desesperación que se les acrecienta, en el tiempo, al observar que pasan los días y las premisas en las que sustentan sus aspiraciones no terminan de concretarse.
Por ello, en la encerrona que sostuvieron en días pasados, con la finalidad de acordar la hoja de ruta con la que se iban a guiar para intentar cambiar al gobierno, los jefazos de las corrientes que conforman la mentada MUD, optaron por acoplarse, más bien, en un haz de rutas, para poder satisfacer los distintos enfoques que esgrimen en función del derrocamiento del gobierno bolivariano; denotando así que si bien están identificados en el propósito de acabar con el gobierno, están diferenciados en cómo lograrlo, que no es poca cosa, pues, ya que esas diferencias traducen los distintos intereses que están en juego.
Desestabilización regional
Sin el mayor asomo de vergüenza presentaron su combo golpista, para todos los gustos, que comprende desde la renuncia, el abandono del cargo, la enmienda, la asamblea constituyente, el referéndum revocatorio, la invocación del 350 Constitucional, aderezado, obviamente, con la presión internacional; la guerra financiera, mediática y psicológica; y soportado, naturalmente, en la cada vez más inducida criminal guerra económica, que, aún, sabihondos analistas se empeñan en negar.
Y lo hicieron con total desfachatez el mismo día que el inefable presidente imperialista, Barak Obama, ratificara el inmoral Decreto que cataloga a Venezuela como una amenaza para la seguridad de los Estados Unidos. Decreto que, por supuesto, la antipatriótica Asamblea Nacional no se atreve a denunciar.
Cada vez se torna más clara la correspondencia existente entre el decreto de Obama, la intención golpista que anima a la paraoposición venezolana y la ola de desestabilización que se ha desatado en los países con gobiernos progresistas en América Latina; comenzando con Argentina donde lograron, con el macrismo, asumir el control del gobierno y desatar, en consecuencia, el desmantelamiento de las conquistas sociales alcanzado por el pueblo sureño durante el período de los Kirchner; haciéndose extensiva tal ola hacia Brasil, Bolivia y Ecuador, en donde pretenden reinstaurar los regímenes neoliberales precedentes y truncar el ciclo de avances democráticos y revolucionarios continentales iniciado con el ascenso de Chávez al gobierno de Venezuela en diciembre de 1998.
Todo indica que Obama se ha planteado el cambio de gobierno en estos países antes del término de su segundo mandato, por ello se han arreciado las acciones desestabilizadoras en la región, tratando, eso sí, de equilibrar la imagen imperialista con la apertura hacia la hermana República de Cuba.
Mala consejera
Sostenemos que en la oposición se ha aposentado una angustiante desesperación pues a contrapelo de sus pronósticos, sustentados en la creencia, por un lado, en que con la votación obtenida en las elecciones del pasado 6D y, por otro lado, en el clima generalizado de malestar social que han logrado incentivar con la desmedida guerra económica; se crearía el caldo de cultivo apropiado para que grandes porciones de la población se volcaran a las calles a una protesta masiva en contra del gobierno o pidiendo la renuncia de Maduro y así pasar a activar alguno de los dispositivos contemplados en la ya mencionada hoja de rutas.
Pero, la realidad ha evidenciado la inconsistencia de tales pronósticos, pues, quien ha demostrado contar con capacidad de movilización popular ha sido el gobierno bolivariano y las fuerzas políticas revolucionarias que lo respaldan; en cambio, las veces que la paraoposición ha llamado a movilización estas han resultado en rotundos fracasos, verbigracia las escuálidas marchas que culminaron en una muy discreta concentración en la calle Élice de Chacao el reciente 12 de marzo, cuando se suponía, según el gurú Freddy Guevara, arrancaría la jornada de treinta días que culminaría en el desplazamiento de Maduro.
La desesperación, que es mala consejera, cada día que pasa, crece en la paraoposición porque, por una parte, hay indicios precisos de que los precios petroleros comienzan a recuperarse, lo que implica mayores ingresos de divisas para el país y, por otro lado, los 14 motores económicos activados por el gobierno bolivariano ya están dando muestras concretas de relanzamiento de la economía nacional; todo ello en detrimento, naturalmente, de las aspiraciones paraopositoras.
Para creer
A Dios coroto, a todas estas resulta que quien luce más coherente en el bando opositor es el flaco Capriles, quién lo pudiese creer.
Ha venido sosteniendo que la solución al problema político del país, antes que acciones disparatadas como la de La Salida propiciada por Leopoldo López, es la convocatoria del revocatorio y para tal efecto se ha volcado a recorrer el país. Lástima que por esta ambición presidencialista se empeña en evadir aún más sus responsabilidades como gobernador del abandonado estado Miranda.
EPÍGRAFE
“Todo indica que Obama se ha planteado el cambio de gobierno en estos países antes del término de su segundo mandato…”