Solo creen en el sistema democrático cuando les favorece, pero cuando la voluntad popular se expresa contra sus intereses, acomodan las leyes de acuerdo con sus prioridades con la macabra complicidad de los poderes públicos
Es imposible que exista una verdadera democracia sin absoluta libertad de expresión, y tampoco es posible tener libertad de expresión sin democracia. Ese es un binomio inseparable y además innegociable para todos los que verdaderamente creemos y defendemos a la democracia como el mejor sistema político.
Lamentablemente en Venezuela tenemos a un Gobierno que no cree en la democracia y mucho menos en la libertad de expresión. Ellos sólo creen en el sistema democrático cuando les favorece, pero cuando la voluntad popular se expresa contra sus intereses, acomodan las leyes de acuerdo con sus prioridades con la macabra complicidad de los poderes públicos.
Tampoco tenemos un Gobierno que cree en la libertad de expresión. Ellos han querido, según confesión hecha hace varios años por Andrés Izarra, construir una hegemonía comunicacional que les permita controlar las verdades que conoce la sociedad, y por supuesto esconder todas sus fallas y actos irregulares.
La nueva modalidad represiva del Gobierno contra los medios, en el caso de los periódicos, es la restricción en el acceso al papel. Al crear a la Corporación Maneiro y negar dólares a las empresas que importaban papel, ellos moldearon el mecanismo perfecto para cumplir con sus antidemocráticos objetivos. Sin papel no hay periódicos. Sin periódicos se le niega a la sociedad el acceso a la información.
Hoy tenemos que lamentar el cierre de muchos diarios a nivel nacional. Los casos más recientes: El Carabobeño de Valencia y La Mañana de Coro. Igualmente los semanarios de gran lectura también han visto en peligro su existencia. Al negar el acceso a las divisas también obligan a diarios como Panorama a reducir su cobertura y cerrar corresponsalías, como ocurrió con las de Cabimas y Ciudad Ojeda.
No conformes con limitar su acceso al papel, aplican sanciones judiciales a diarios como el Correo del Caroní cuya única responsabilidad es haber cumplido con su deber de investigar, comprobar y denunciar la corrupción que acabó con las empresas básicas de Guayana.
Pero además mantienen la persecución contra La Patilla, El Nacional y TalCual por el simple hecho de ser críticos y no complacientes.
El Gobierno ve a los medios como sus enemigos a controlar o exterminar, porque cuando se ejerce un periodismo libre, la sociedad conoce y reacciona ante un régimen corrupto e ineficaz. Por eso la lucha está en el cambio. Rescatemos a Venezuela y eso pasa por la salida del Gobierno. Incorpórate al cambio.
Pablo Pérez
@PabloPerezOf