El gobierno es incapaz de garantizar que a los ciudadanos les llegue la luz eléctrica, o el agua potable, o los alimentos de la canasta básica, o la seguridad ciudadana
Antes de Maduro, la vagancia era opcional. Este “gobierno” pretende convertirla en “obligatoria”. Efectivamente, en un país necesitado de trabajo para sacarlo adelante, la autocracia reposera decretó un asueto obligatorio que convirtió la Semana Santa en un auténtico vía crucis.
De vacaciones no, de “privaciones”
Porque una cosa es “irse de vacaciones” y otra muy distinta es “irse de privaciones”; hay una diferencia sustancial entre “ir a tomar sol” a la playa e ir “a llenarse de oscuridad” en los apagones intempestivos; la “Ley Seca” que se aplicaba en los asuetos antes estaba referida al licor, pero la “genialidad” madurista la extendió al agua misma.
Antes, en Semana Santa los venezolanos veíamos en películas a cristianos en el circo romano luchando con las manos desnudas contra leones y otras fieras. Ahora, en el circo de la violencia madurista, los ciudadanos desarmados vivimos el horror de horrendos linchamientos recurrentes, de atroces asesinatos de policías, o de las tristes hazañas represivas de Guardias Nacionales (si, los mismos que observan impasibles en las cárceles el poder bélico de los pranes), agrediendo a humildes pobladores que protestan los abusos de vacacionistas enchufados.
Tú haces cola mientras ellos venden el oro…
Efectivamente, las noticias del “asueto madurista” no pueden ser más crueles: hace ocho días, el domingo 20, la prensa informó sobre el asesinato en Maiquetía de un ciudadano egipcio. Luego se supo que en el homicidio estarían implicados funcionarios gubernamentales; el lunes 21 los periódicos de provincia reportaron apagones en Guárico, Mérida, Sucre, Zulia, Nueva Esparta, Falcón y Aragua; el martes 22 los medios reportan 10 víctimas fatales en una masacre ocurrida en la parroquia El Valle, producto de un enfrentamiento entre bandas que ocurre en un país sin Estado de Derecho; el miércoles 23 los medios reportan unas noticias que al compararlas producen escozor: “Reportan situación de violencia y lacrimógenas en el Superlíder de Charallave”… “Usuarios causaron destrozos en un supermercado en Barquisimeto en protesta por restricción en venta de alimentos regulados”… “Rifan números para poder comprar comida en Trujillo”… “Venezuela exportó $456 millones en oro a Suiza en febrero, según datos de la aduana de Suiza”… “Venezuela ya había exportado a Suiza 36 toneladas de sus reservas de oro en enero, valoradas en $1,28 mil millones.
Entre septiembre y diciembre de 2015, Venezuela envió a Suiza 24 toneladas de oro, valoradas en $851 millones”… En síntesis, mientras el venezolano de a pie lucha por comida, el Gobierno hipoteca hasta el oro de las reservas internacionales, para seguir manteniendo su vida de lujos, sus escoltas, su rumba privada…
Un país en llamas…
El Jueves Santo, 24 de marzo, los medios que circularon (especialmente los electrónicos) informaron sobre el atroz asesinato de un funcionario de Policaracas y de su menor hijo a manos de una banda de salvajes delincuentes que además de ese brutal hecho tomaron el sector, mostrando una clara superioridad en poder de fuego sobre la policía que intentaba rescatar el cadáver de su compañero; el Viernes Santo, 25 de marzo, la prensa informa que “El fuego ha consumido 419 hectáreas del parque Sierra La Culata en Mérida”, cifra que vendría a sumarse a las miles de hectáreas devastadas por incendios que estarían ocurriendo simultáneamente en los Parques Nacionales Sierra de Perijá en el Zulia, Henry Pittier en Aragua, Macarao, Caricuao y El Ávila, en Caracas, entre varios otros.
El Sábado de Gloria, 26 de marzo, Venezuela se despertó con la noticia de que los habitantes de la pacífica población de El Playón, sector El Valle, estado Mérida, fueron cruelmente reprimidos por la misma Guardia Nacional que suele mirar con impotencia o desdén el poderío armado de los pranes en las cárceles.
¿Qué hicieron los desarmados habitantes de El Playón, para merecer “el honor” de ser reprimidos con la saña que la “Guardia del Pueblo” no usa para meter en cintura a los pranes y sus bien armados “luceros”? Al parecer su pecado fue protestar contra presuntos abusos que estarían perpetrando contra el poblado unos vacacionistas enchufados (presuntamente una “sobrina” de la pareja presidencial, qué te puedo decir)… y sus prepotentes guardaespaldas.
Toda venezuela es un “playón”…
Este asueto es solo una muestra… de lo que no debe ser. Lo ocurrido en El Playón es una metáfora del país. El gobierno es incapaz de garantizar que a los ciudadanos les llegue la luz eléctrica, o el agua potable, o los alimentos de la canasta básica, o la seguridad ciudadana. Pero si le garantiza la represión más cruel a todo venezolano que se atreva a levantar su voz en defensa de sus derechos constitucionales.
Como en El Playón, sólo la respuesta firme, enérgica y pacífica del pueblo transformado en fuerza social con sentido de cambio puede lograr no sólo detener el abuso, sino echar a los abusadores. Y lo lograremos. Con la Constitución en la mano, con la fuerza pacífica del pueblo, lo lograremos. A un pueblo unido, organizado y movilizado no lo detiene ni el accionar de los cuerpos represivos ni el terror impuesto por los malandros, que son las manos izquierda y derecha que el régimen utiliza para desmovilizar a la ciudadanía.
Domingo de Resurrección, tiempo de cambio
Después del martirio del Viernes Santo, viene el Sábado de Gloria y luego el Domingo de Resurrección. De la misma forma, tras estos 17 años de saqueo y robo, tras 17 años de un desgobierno que inventó las colas y ahora no sabe qué hacer con ellas, de la misma manera que inventó a las mega-bandas y ahora no sabe cómo neutralizarlas, viene un tiempo distinto, un tiempo de cambio, un tiempo de resurrección de la patria, de los valores, de la convivencia, del trabajo. Un tiempo de resurrección para Venezuela. Un tiempo de construcción, de democracia, de respeto. Un tiempo de paz.
¡Pa’lante!
“A un pueblo unido, organizado y movilizado no lo detiene ni el accionar de los cuerpos represivos ni el terror impuesto por los malandros…”