La estrategia diplomática correcta que se debe aplicar hacia EE. UU.: diálogo, diplomacia, uso del derecho internacional público, respeto mutuo a la soberanía de cada país, verbo sereno y defensa firme de la paz y la independencia
Esta foto enfureció al ala tarifada y sumisa del pseudo chavismo que no entiende sobre la diplomacia, salvo cuando la protagonizan sus amos (jesus_silva_invitacion_embajada_eeuu_art_25mar2016).
Mucho antes de que el presidente Barack Obama aterrizara en La Habana para dialogar con su homólogo comunista en Cuba Raúl Castro, ya en otras partes del mundo sectores nacionalistas, progresistas, antimperialistas y socialistas han estado dialogando con EE. UU. para establecer relaciones de respeto mutuo y paz entre gobiernos y pueblos.
Apoyamos y aprendemos de la política de los hermanos Castro en Cuba porque es en nuestro criterio el modelo a seguir por todos los revolucionarios del mundo en cuanto a la estrategia diplomática correcta que se debe aplicar hacia EE. UU.: diálogo, diplomacia, uso del derecho internacional público, respeto mutuo a la soberanía de cada país, verbo sereno y defensa firme de la paz y la independencia.
Diplomacia y relaciones internacionales son materia de la ciencia, tema de universidades y academias, así como un asunto de vital manejo para los Estados. De ahí que en nombre de la ciencia se debe dialogar siempre y con todos. Hoy países comunistas como Cuba y China conversan con EE. UU. Igual lo hacen Rusia, Corea del Norte, Irán, etc. Conversar no impide a cada país mantener sus convicciones.
Sólo los brutos no conversan…
Dicho lo anterior, cuando llamo al diálogo entre Venezuela y EE. UU. como instrumento fundamental para una diplomacia efectiva, no lo hago solamente desde la perspectiva de un profesor que ha impartido clases desde 1998 en varias academias, entre ellas las Escuelas de Estudios Políticos y Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela y la Universidad Santa María, sino principalmente basado en la experiencia y aprendizaje de un analista político que ha transitado los caminos del diálogo en la vida real con gobiernos extranjeros.
Meses antes de ir a EE. UU. (abril 2015) para hablar en la TV pública y privada norteamericanas sobre las relaciones de paz y respeto que deben prevalecer entre EE. UU. y la revolución bolivariana que se desarrolla en Venezuela, ya había sido invitado en Caracas por la Embajada de los Estados Unidos a sostener varias reuniones de diálogo político y diplomático con el carácter de abogado constitucionalista que conoce las cartas magnas de ambos países y además de analista internacional.
En este contexto, es pertinente advertir que la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, dice en su
Artículo 53: “Toda persona tiene el derecho de reunirse, pública o privadamente, sin permiso previo, con fines lícitos y sin armas. Las reuniones en lugares públicos se regirán por la ley”.
Entonces, estando mi vivencia enmarcada en la carta magna y con certeza de no haber cometido ninguna falta o delito, revelo ciertos detalles que permiten educar a supuestos chavistas, quienes con falsas pretensiones de radicalismo socialista, gritan que no debemos dialogar con el imperio y difaman a quienes proponemos la paz, sin mirar que cubanos, norcoreanos, vietnamitas, chinos y muchos otros están dialogando hoy intensamente con EE. UU.
Corría el 2014, año traumático de guarimbas. Asistí a un glamoroso acto protocolar en Caracas, gracias a la invitación de estos gentiles diplomáticos que supieron de mi existencia a través de la lectura de mis frecuentes reflexiones publicadas en la prensa venezolana e internacional.
Por aquel tiempo, el diario El Nacional quería saber mucho sobre mi iniciativa propia en los medios de comunicación defendiendo al gobierno de Nicolás Maduro.
En esos términos me entrevistaban semanalmente y me invitaban a su Consejo Editorial para pedirme opiniones y responder cuestionamientos de dirigentes opositores allí presentes.
De los yanquis me sorprendió gratamente el estudio previo que realizaron sobre mis credenciales como profesor universitario desde 1998, estudioso del marxismo y vigente escritor chavista. Antes y después del evento del 3 de julio dialogamos varias veces, siempre en inglés.
Los yanquis me manifestaron interés por mis investigaciones sobre las relaciones entre Venezuela y su país de origen. Expresaron respeto a mis recomendaciones de que ambos países debían generar un escenario de solución pacífica de los conflictos, diplomacia dialogante y eso que los expertos denominamos “teoría de la negociación en la modalidad suma variable” en vez de la “suma cero” que ha caracterizado 16 años de confrontación entre Caracas y Washington.
En resumen, hablé con ellos lo mismo que escribo abiertamente en mis artículos de prensa desde hace largo tiempo. Por eso hoy veo con satisfacción que la cancillería venezolana ha asumido acertadamente una vía pacifista y profesional de las relaciones internacionales sin desmedro de los principios constitucionales de soberanía e independencia, pero sí en sustitución de la diplomacia de micrófono y la promiscuidad de declaraciones hostiles entre ambos gobiernos. Todo esto lo habíamos propuesto con enjundia en prensa, radio y televisión.
Cierro la anécdota: al llegar al evento, la primera persona con la que me topé frente a frente fue a “la dama consentida del imperio”. Mientras la coral entonaba los himnos, codo a codo ella y yo cantamos el de Venezuela. Luego ella cantó el del imperio y yo obviamente no la acompañé, aunque me conozco la letra de punta a punta (aprendí himnos de otros países mientras fui traductor en varios congresos internacionales del Partido Comunista de Venezuela y otros eventos).
Me quedé conversando con Milos Alcalay y otros embajadores extranjeros. Como dato curioso, poseo la distinción de ser el primer marxista invitado a esa Embajada.
Mi ciclo de diálogo académico con los diplomáticos culminó cuando uno de ellos abandonó el país luego de que la TV lo mostrara como observador indiscreto en la comparecencia ante la fiscalía de esa misma dama que fue imputada por magnicidio, conspiración y/o traición a la Patria.
He anexado el video de CNN donde Ismael Cala destaca mi oposición a que se la llevaran presa. Aunque la dama respondió sonriendo como Mona Lisa, nunca me dio las gracias por defender sus derechos humanos a pesar de nuestras ideologías contrarias.
“La cancillería venezolana ha asumido acertadamente una vía pacifista y profesional de las relaciones internacionales sin desmedro de los principios constitucionales de soberanía e independencia…”
Jesús Silva R.