No resulta extraño que, ante la tragedia, ningún personero de la MUD ni de la oposición se pronuncie ante el vil crimen de los policías en el Táchira
El cruel asesinato de los dos jóvenes policías en el Táchira retrata el odio irrefrenable que algunos sectores manifiestan en contra de la paz y la armonía que Venezuela se merece. Mientras estos acontecimientos se sucedían, la Asamblea Nacional aprobaba una ley que da amnistía a quienes por años se han dedicado a crear zozobra y angustia entre el pueblo.
¿Qué pueden pensar estos sujetos-estudiantes que con tanta frecuencia realizan manifestaciones para agredir a los ciudadanos? ¿Por qué se escudan en supuestas luchas por lograr reivindicaciones cuando actúan con saña y crueldad?
Los movimientos estudiantiles pierden credibilidad cuando se dejan arrastrar a la violencia. La actuación brutal de quienes conducían el vehículo que mató a los efectivos policiales en el Táchira, está amparada por esos grupos fascistas que, con cualquier excusa, se lanzan a las calles a crear caos e intranquilidad. Son los mismos que colocaron guayas para matar motorizados en las guarimbas y dejaron cuarenta y tres víctimas mortales en sus correrías en contra del gobierno nacional.
No resulta extraño que, ante la tragedia, ningún personero de la MUD ni de la oposición se pronuncie ante este vil crimen. Y no por desconocimiento o intrascendencia –los videos muestran la saña, alevosía e intencionalidad con que actuaron los asesinos– sino porque en el fondo no les interesa y terminan convirtiéndose en cómplices por omisión o por conocimiento de causa. Poco les importan los ciudadanos comunes.
Nicolle Pérez Soler y Otto Márquez ofrendaron su vida en el cumplimiento del deber. Sus cortas existencias fueron segadas por el instinto asesino en mala hora. Solo esperamos que la justicia sentencie a los culpables y paguen de acuerdo a la legislación. Que sirvan estas acciones deleznables como lección para condenar y execrar de nuestra sociedad comportamientos aberrantes. Marginemos el odio, dejemos de lado tanta maldad y dediquémonos a buscar la ansiada paz que tanto anhelamos. Que la muerte se confine solo a su acción natural; alejemos la violencia, pues ella solo trae caos y muerte.
José Gregorio González Márquez
caminosdealtair@hotmail.com