Seguimos demostrando lo sinvergüenza que somos, porque de la manera más descarada dijimos que esa ley se discutió, y ni siquiera dejamos entrar a la Asamblea a los familiares de las 45 víctimas
¡Qué vergüenza, carajo! El 29 de marzo tiene que ser un día histórico para la vergüenza nuestra. Ese día, en la noche, en la Asamblea Nacional, nuestros compañeros de oposición aprobaron una ley que nos llena de pena, penita, pena. Aquella vaina es un tarantín de meta la mano, meta la mano, y saque su preso; eso sí, primero tienes que bajarte del Vellocino de oro, porque nosotros somos así, con la naturaleza del alacrán que le pregunta al sapo qué culpa tiene la estaca.
El cinismo pica y se extiende. La vaina comenzó con un punto único de discusión: el mensaje del Papa Pancho, pero después nos dejamos de pendejadas y que nos perdone el Papa Pancho, pero aquí vamos a aprobar la ley de amnistía, porque ya la gente que nos dio la orden nos está preguntando qué pasa con esa vaina que no la hemos aprobado. Y zas, zas, con la señal de mala costumbre, mayoría absoluta de sinvergüenzas y listo. Y rumbo a Miraflores de una vez y el presidente Maduro que vea qué hace con esa papa caliente, por cierto, hablando del Papa.
Seguimos demostrando lo sinvergüenza que somos, porque de la manera más descarada dijimos que esa ley se discutió, y ni siquiera dejamos entrar a la Asamblea a los familiares de las 45 víctimas, porque ahora, en Táchira, con un inicio de guarimba, murieron dos venezolanos más. Es decir, que mantenemos nuestra línea de sinvergüenzura, y allí vamos bien, pero vamos mejor. Espoleta Allup está que ya no sabe cómo quedar bien después de ese discurso de entrada a la Asamblea donde habló de los seis meses de vida política de Maduro, y antes en la campaña venía de decir que iba a demostrar que al compañero secretario municipal del partido que mataron en Guárico, lo habían asesinado los chavistas, y también se olvidó de esa vaina, y no mostró un carajo, así que la conducta del compañero Espoleta deja mucho que desear, a pesar de que como dijo la señora Filomena: «Ese no levanta ningún deseo».
El papá de Margot estuvo hasta las doce de la noche del día histórico ese, es decir, del 29 de marzo, viendo cómo a ninguno de los diputados nuestros le llegaba un poquito de dignidad donde agarrarse, sino que, por el contrario, demostraban que estaban dispuestos a ser despreciados toda la vida por aquel acto vergonzoso que estaban cometiendo. Y el hombre daba vueltas y se paraba y veía a Espoleta y le decía: «Esa vaina no era para hoy, hay que discutirla. Democracia, coño, democracia, que no nos van a creer más nunca». Y cuando vio que todos aprobaban con la señal de mala costumbre, se fue al cuarto y levantó la puerta que sigue en el suelo desde que se cayó, y le metió ese coñazo tan grande que la puerta se volvió a caer, pero ahora de vergüenza.
“Penas y penas y penas, hay dentro de mí”, me canta Margot.
Roberto Malaver
aporrea.org