Se habla de “combatir” la inseguridad y me parece que no es la vía más idónea, porque estamos presentando un escenario de batallas y batallones en una guerra civil de policías y ladrones
El peor de los males que sufrimos los venezolanos, no son las enfermedades sino la inseguridad en sus más amplios conceptos de seguridad personal, familiar, del libre desenvolvimiento de la personalidad, del espíritu de superación, del trabajo, de la creatividad, de la vejez y de seguridad jurídica, ausentes de la paz y la convivencia en una sociedad justa.
Se habla de “combatir” la inseguridad y me parece que no es la vía más idónea, porque estamos presentando un escenario de batallas y batallones en una guerra civil de policías y ladrones, que no es el fin deseado; igualmente, se aconseja tener las precauciones cuando se transita, se maneja el vehículo o vaya de pasajero, salir de un banco y se debe esconder o no cargar prendas, reloj, celulares, y hasta zapatos deportivos de marca, porque es una apetencia para el delincuente. Esto trae indefectiblemente la neurosis y el estrés que estamos sufriendo y, por otra parte, los llamados secuestros express a lo que estamos expuestos de todas las clases sociales. El 99,9 % por ciento de la gente estamos sometidos a un 0,1 % de delincuentes agresivos, es decir, de los que actúan con armas, no incluyo los delincuentes de cuello blanco, de corrupción y de papel. A ese porcentaje de delincuentes agresivos se debe añadir sus causas que van desde el llamado “lumpem” por Marx, que son los inadaptados socialmente y los zánganos, los sociopsicópatas, los aberrados y los drogadictos. Pero los sujetos activos del delito tienen un factor determinante que son la familia y el medio ambiente y es ahí donde se debe dirigir todos los esfuerzos para erradicar la violencia y la delincuencia y para ello, no existe otro método que, inspirado en la instrucción ciudadana y en aquellos principios básicos del Manual de Carreño, y por supuesto de las creencias religiosas de cada persona, deberá comenzar desde los prenatales, es decir, comenzar desde la enseñanza de las letras, porque la prevención del delito es de derecho humano. La instrucción ciudadana o cívica es el buen comportamiento que debe recibir el ser humano desde la lactancia, de amor y respeto, de buenas costumbres, porque ese dicho o refrán de que el árbol que nace torcido nunca su tronco endereza, es inaplicable al ser humano. Se debe proteger y enseñarles sin politiquerías ni egoísmos el buen camino a esa “humanidad pichona”, porque serán los adolescentes y adultos del mañana.
Enderezar la conducta humana con instrucción, buenos modales y prevención social, en la disciplina, el optimismo, el respeto y aún en la resiliencia para superar las adversidades, es el secreto de la felicidad para vivir en una sociedad justa en la nueva gente.
Cesáreo José Espinal Vásquez
cjev@cantv.net