La sombra de un enfermo Alberto Fujimori, ·”El Chino” de 77 años, sigue persiguiendo indeleblemente a la aspirante a convertirse en la primera mujer en dirigir los destinos del país. Para bien y para mal
Con Keiko al frente de los sondeos y con posibilidades reales de convertirse en la primera mujer presidenta de Perú, la familia del patriarca Alberto Fujimori sigue marcando el pulso de la vida política del país.
Este clan descendiente de emigrantes japoneses nació a la sombra de la presidencia de Alberto Fujimori, ‘El Chino’, quien actualmente purga una condena de cárcel de 25 años por corrupción y crímenes de lesa humanidad perpetrados durante sus diez polémicos años de gobierno (1990-2000).
Durante este periodo en el que le declaró una guerra sin cuartel a Sendero Luminoso y con ayuda de su mano derecha, Vladimiro Montesinos, se perpetraron en Perú todo tipo de violaciones de los derechos humanos, sobornos, chantajes y corrupción; como en la mejor telenovela latinoamericana, no faltaron el nepotismo, las traiciones, los amores y los despechos.
Empezando por su esposa, Susana Higuchi, hija también de inmigrantes japoneses, quien a mediados de los años 90 denunció por corrupción y falta de democracia al entonces todopoderoso hombre fuerte, que en 1992 dio un autogolpe en connivencia con los militares y disolvió el Congreso para reescribir una Constitución tallada a su medida.
En los comicios de 1995, y tras un traumático divorcio, Susana Higuchi trató de desafiarlo en las urnas, pero su astuto exmarido había hecho aprobar una ley que prohibía a los familiares cercanos aspirar a sucederle, lo que la expulsó de la carrera presidencial.
Tras el divorcio de sus padres, Keiko ocupó a los 19 años el puesto de primera dama en sustitución de su madre, quien en 2002 denunció que en la época había sido torturada «por órdenes superiores» en las mazmorras del temido Servicio de Inteligencia Nacional que dirigía Montesinos.
Aunque Susana Higuchi ha aparecido en alguna ocasión apoyando a su hija en la última campaña para las elecciones de este domingo, las relaciones con la actual candidata no parecen ser muy buenas. Keiko declaró recientemente que las acusaciones de su madre son «leyendas».
La sombra del padre
La sombra de un enfermo Fujimori, de 77 años, sigue persiguiendo indeleblemente a la aspirante a convertirse en la primera mujer en dirigir los destinos de Perú. Para bien y para mal.
Para bien, porque muchos analistas consideran que buena parte del 35% de las preferencias que le otorgan los sondeos, es voto cautivo heredado de su padre, quien acabó con la violencia y la inseguridad que generaba Sendero Luminoso y anunció su renuncia a la presidencia por fax desde Japón, adonde huyó.
Y para mal, porque muchos temen que si llega a la casa Pizarro, sede del gobierno, Keiko perdone al padre, como prometió en su anterior camapaña presidencial y que le hizo perder la apuesta, y permita que el clan Fujimori y lo peor del fujimorismo vuelvan a campar a sus anchas en el país.
Familia bajo la
mira de la justicia
Tres hermanos de ‘El Chino’, Juana, Rosa y Pedro Fujimori fueron declarados prófugos de la justicia peruana, que los busca por enriquecimiento ilícito, peculado doloso y asociación ilícita para delinquir por el presunto desvío de dinero de donaciones a unas ONG que ellos administraban cuando Alberto era presidente.
Las dos hermanas huyeron a Japón en 2000 y Pedro se fue en 2004 a Estados Unidos, desde donde nunca han regresado. Según el fujimorismo, este último murió hace más de tres años.
Otro hermano de Fujimori, Santiago, el menor, es uno de los miembros más activos en política, junto con sus sobrinos Keiko y el hermano pequeño de ésta, Kenji.
Santiago no consiguió la vicepresidencia en la fórmula encabezada por Martha Chávez en 2006 pero entró en el Parlamento en la legislatura 2006-2011.
Kenji Gerardo Fujimori, el niño mimado que solía pasear a sus amigos en helicóptero militar, entró en política en 2011 como legislador y nunca ha escondido sus aspiraciones a sentarse en el sillón que un día ocupó su padre, cuyos postulados sigue defendiendo férreamente.
AFP