Artículos escritos para La Voz por los profesores de la Escuela de Estudios Internacionales de la Universidad Central de Venezuela. La responsabilidad de las opiniones emitidas en sus artículos y Notas Internacionales es de los autores y no comprometen a la institución.
El ministro Samper Pizano
Desde hace muchos años, Ernesto Samper Pizano ha dado de qué hablar y sus actuaciones han servido para que, en torno a su figura, se dibujen densos nubarrones que llevan a dudar sobre el talante democrático, la ética y el nivel que pueda tener para desenvolverse de forma adecuada en la política y la diplomacia, incluyendo su cuestionado transitar por la presidencia de Colombia entre 1994 y 1998.
Antes de llegar a ser Jefe de Estado, derrotando por poco margen al candidato conservador Andrés Pastrana Arango, las sombras se posaban sobre el abanderado liberal al existir serias dudas en torno a que su campaña había sido en parte financiada con recursos de organizaciones ilegales como los carteles de las drogas y el narcotráfico. Aunque finalmente la propuesta fue desechada en el parlamento, quedó la inquietud sobre la posibilidad de que al político colombiano la mafia le diera apoyo económico con miras a garantizar su triunfo.
Después de ejercer la primera magistratura, la vida pública de Ernesto Samper Pizano tampoco ha estado alejada de problemas y sobresaltos. Desde que asumió la conducción de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) sus declaraciones destempladas y altisonantes, las visiones tendenciosas y equivocadas sobre distintos procesos comiciales y la abierta participación en temas internos de algunos países (comportándose en ciertas oportunidades como vocero o empleado de alguna cancillería), ponen en tela de juicio nuevamente su manera de actuar y proceder.
Hace algunos días, Samper viajó a Venezuela para propiciar acercamientos entre el gobierno y la oposición. Lo inaudito es que lejos de exigir que se respete la autonomía de poderes y se exhorte al Tribunal Supremo de Justicia y al Ejecutivo a honrar el trabajo de un poder autónomo como la Asamblea Nacional, como han hecho desde las Naciones Unidas algunas personalidades y ha manifestado reiteradamente Luis Almagro en su condición de Secretario General de la OEA, el expresidente colombiano aprovechó para opinar sobre lo negativo que puede resultar desmontar el actual modelo venezolano en cuanto a lo que él considera avances sociales, aunado a que aplaudió ciertas políticas de distribución de alimentos, a la vez que le pedía a los medios de comunicación social no exagerar sobre la situación venezolana.
El pobre papel desempeñado por Samper en Venezuela, que no hace comentarios sobre las largas y humillantes colas para conseguir alimentos, lo alarmante de la inseguridad, el desempleo creciente, la inflación galopante y la falta de medicinas, por mencionar sólo algunos aspectos de la cotidianidad, lleva a poner en entredicho, no su figura, que hace años está marcada por el descrédito y la poca seriedad de su proceder, sino el comportamiento de Unasur, que pareciera no ser más que una oficina de relaciones públicas que sirve para promover la propaganda gubernamental de varios gobiernos con polémicas actuaciones.
Luis Daniel Álvarez V.
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