El aparato mediático brasilero y sus ecos en el planeta han posicionado la matriz de una crisis del gobierno de Dilma y de que se sigue un proceso constitucional contra ella
No hay golpe de Estado sorpresa. Lo que sí sorprende es la nueva metodología tan pública y notoria para prepararlos hasta hacerlo ver como naturales.
El 13 de abril de 2012, el presidente Hugo Chávez creó un Comando Anti Golpe e hizo un llamado «al pueblo, a prepararse para que no nos vayan a sorprender de nuevo; no nos vamos a dejar sorprender de nuevo».
En Brasil es cuestión sabida en todos los países e instituciones del mundo que son tímidos o carecen de instrumentos para detener la acción.
El aparato mediático brasilero y sus ecos en el planeta han posicionado la matriz de una crisis del gobierno de Dilma y de que se sigue un proceso constitucional contra ella. Vale decir «no hay golpe, es normal que salga». Lo anormal está en que fue electa para cuatro años de gobierno por una mayoría de 55 millones de votantes.
En Venezuela, se denuncia a diario un proceso golpista en el que interviene el sector de derecha que hasta 1998 usufructuó el país a favor del estado corporativo yanqui.
Este sector, dueño de la mayoría de los medios de difusión y apoyado por los capitales gringos y españoles, activó una estrategia de contra información, y se ha montado sobre la caída de los precios petroleros para acentuar la guerra económica.
Es una estrategia de tres cabezas: el golpe institucional y un golpe al estilo revoluciones de colores; o alcanzar una victoria electoral basada en la rendición de un cumulo de votantes blando, como pasó el 6D.
Debemos prepararnos para superar victoriosos los tres escenarios.
Reinaldo Bolívar
aporrea.org