Fallecida hace once años, Rosa se convirtió en un símbolo de lucha para el jardinero grandeliga
Grégor Blanco, jardinero de los Gigantes, tiene grandes motivos para aumentar su apoyo en la lucha contra el cáncer del seno. Lo único que tiene que hacer es pensar en su madre, Rosa.
Rosa Blanco falleció de cáncer del cerebro en el 2005. Grégor recuerda que su madre dio una gran batalla. Cinco años antes de su muerte, Rosa padeció de cáncer del seno. Eso fue seguido por una lucha contra cáncer en los ovarios. Luego vino el cáncer en los pulmones. Uno por uno, la enfermedad la fue venciendo. Aunque fue silenciada por el cáncer del cerebro, su espíritu nunca se apagó.
“Ella fue muy perseverante”, manifestó Blanco hace poco. “Fue una mujer muy valiente. Siempre me dijo que la única manera de sobrevivir el cáncer es siendo feliz y pensando que lo puedes superar”.
Grégor, de 32 años de edad, fue testigo de lo optimista que fue su madre y mantuvo esa mentalidad al comenzar su carrera como pelotero profesional. Como un jugador establecido en las Grandes Ligas, sueña con iniciar una fundación para crear conciencia acerca del cáncer del seno. En ambos caminos -el beisbol y el aportar en la lucha contra el cáncer- Rosa Blanco sigue siendo una clara influencia para Grégor.
“Siempre nos enseñó maravillosas cosas sobre la vida”, declaró Blanco, quien se crio en Caracas con su hermano gemelo, Grégory, y un hermano menor, Gregsman. “Siempre dijo: Sigue tus sueños, no dejes que nadie te diga que no los puedas alcanzar. Si quieres conseguir algo en la vida, lo puedes hacer. Simplemente busca la manera de alcanzarlo. Siempre nos hablaba del futuro, de la vida y no dejar que nadie te haga bajar la cabeza”.
Al preguntársele cómo su madre desarrolló una mentalidad tan persistente, Grégor lo explicó de la siguiente manera: “Creo que fue porque pasó por momentos difíciles cuando era joven. Comenzó a trabajar cuando tenía 14 años. No tenía nada de comer. Tuvo una dura infancia. Siempre les decía a mi padre y a todos que iba a tener una casa con un techo rojo. Ese era el sueño que tenía y lo cumplió”.
En ocasiones, Rosa contaba con la visita de sus hijos mientras trabajaba en la división de tarjetas de crédito en un banco en Caracas. Grégor se dio cuenta lo popular que su madre era entre sus compañeros y el respeto que le tenían. Eso también fue un ejemplo para sus hijos. Rosa quería que sus hijos fueran líderes en cualquier cosa que hicieran.
“Siempre me enseñó a ser la mejor persona posible en cualquier aspecto”, expresó Grégor.
Aunque Rosa Blanco falleció tres años antes de que Grégor debutara en la Gran Carpa con los Bravos en el 2008, el compartir su éxito con ella fue una de las primeras cosas que hizo cuando Atlanta le informó que sería parte del róster para el día inaugural. Blanco recibió la noticia antes de un juego de exhibición en el Turner Field y corrió al jardín central para pasar el mensaje.
“Miré hacia el cielo y dije, mamá, lo logramos”, recordó Blanco. “Cada día que vengo al estadio, siempre bendigo su nombre y le agradezco por la oportunidad”.
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El jardinero mirandino recuerda a su madre cada vez que sale a un terreno de grandes ligas