Se hace indispensable la creación de un mecanismo que permita el funcionamiento de la sociedad venezolana, de sus instituciones, economía y vida cotidiana
Al estar caracterizada la situación venezolana por el hecho de que ninguna de las fuerzas políticas y sociales en pugna detenta la hegemonía, se hace indispensable la creación de un mecanismo que permita el funcionamiento de la sociedad venezolana, de sus instituciones, economía y vida cotidiana, aún cuando no se haya definido este asunto de la hegemonía. Por lo demás, no se avizora a corto o mediano plazo una supremacía en la correlación de fuerzas de uno de los factores, independientemente de quién gane los próximos procesos electorales.
Para la creación de ese mecanismo se hace necesario que se encuentren formas de negociación que permitan la construcción de un esquema de cohabitación. En este sentido, resultaría útil que un factor que no esté involucrado en la lucha por la hegemonía en el país actúe como agente de encuentro y facilitación.
El nuncio apostólico Aldo Giordano, en recientes declaraciones, ha manifestado que la Iglesia estaría dispuesta a cumplir esta función y ha dado a conocer que el papa Francisco ha expresado su interés por propiciar un diálogo entre las partes. Del mismo modo, el Papa directamente ha manifestado en diversas oportunidades su esperanza de que se encuentren fórmulas de convivencia.
Puesto que ya se conoce el papel y la acción del Vaticano en relación con situaciones conflictivas, entre las que destaca su reciente participación en las negociaciones de los gobiernos de Cuba y Estados Unidos, es conveniente considerar la posibilidad de una actuación semejante en Venezuela. Por supuesto, se trataría del Estado del Vaticano y no de la directiva de la iglesia católica venezolana reunida en la Conferencia Episcopal, puesto que es parte del conflicto, al pertenecer al arco de factores e instituciones que se oponen al Gobierno y sus políticas.
Ahora bien, el Vaticano, para cumplir de manera efectiva con estas gestiones, debe mantener su conducta imparcial, de no pesar a favor del Gobierno o la oposición.
Hasta el momento se ha conocido que propicia una amnistía, lo que es una demanda natural de una institución cristiana. Sin embargo, no ha hecho público el cuestionamiento que tiene sobre las conductas violentas de sectores radicales de la oposición ni en relación a las acciones hostiles de intervención que realiza Washington sobre Venezuela.
Esto quizás pudiera representar un escollo para un rol mediador, pero no es decisivo, y es evidente que el Papa Francisco, de la misma manera que en Cuba o Colombia, tomará iniciativas o enviará correspondencia a todos los factores involucrados en la situación.
“El Papa directamente ha manifestado en diversas oportunidades su esperanza de que se encuentren fórmulas de convivencia…”
Leopoldo Puchi