Junior Molina, padre de Isaac Ibrahim Molina Pérez, de 10 años de edad, movió cielo y tierra para tratar de salvarle la vida a su hijo, contaminado con una bacteria de la que no pudo librarse.
Durante un mes y ocho días, el hombre padeció la crisis hospitalaria. La falta de equipos médicos, la carencia de insumos , la burocracia de los hospitales y la insalubridad en sus instalaciones, terminaron por agudizar un ya severo cuadro de salud del segundo de sus tres hijos, fallecido este domingo de un paro respiratorio.
La familia reside en Ocumare del Tuy, estado Miranda. El primero de abril pasado tuvieron que salir de emergencia con el niño hacia el hospital general de Los Valles del Tuy porque tenía fuertes dolores abdominales, vómito y su orina era marrón, dijo su padre.
En ese centro les informaron que su estado era delicado. Sugirieron que lo llevaran al Domingo Luciani, en El Llanito y así lo hicieron en un taxi porque no había ambulancia.
En este hospital le practicaron exámenes que arrojaron que el niño tenía una asepsia abdominal y que su probabilidad de morir era de un 90%, porque la bacteria comprometió todos sus órganos.
Tenían que hacerle una hemodiálisis pero le informaron a su padre que en el hospital no tenían equipo. El hombre, hizo las gestiones para llegar hasta altos directivos de IVSS y allí se enteró que en el Domingo Luciani si tenían una máquina, por lo que regresó a exigir una explicación.
Le dijeron que tenían una pero era para adultos y solo podrían adaptarla con un técnico perteneciente a la empresa fabricante. El padre buscó uno que trabaja en el Miguel Pérez Carreño pero no permitieron que tocara el equipo.
Después de tantos esfuerzos, logró que personal del Hospital de Niños JM de Los Ríos, acudiera al Luciani para asistir al paciente con uno de sus equipos.
El niño fue sometido a seis hemodialisis que resistió, pero cuando se estaba recuperando se contaminó con una cándida en el Domingo Luciani.
Junior Molina, aseguró que las condiciones de higiene en el lugar eran pésimas por lo que esto no le parecía un hecho extraño. Los equipos y los instrumentos de la sonda nasogástrica con la que alimentaban al paciente los lavaban con agua de chorro.
Debido a las gestiones que hizo la familia, le llamaron la atención al padre de Ibrahim Molina, suigiriéndole que eso podía repercutir en la salud del niño cuando aún se encontraba en terapia intensiva. Allí estuvo 40 días.
Molina dijo que acudió a la Defensoría del Pueblo para denunciar el caso por negligencia médica, ya que su hijo falleció a las 6:00 de la tarde del domingo de un paro respiratorio.
«En el tiempo que estuvo hospitalizado mi hijo vi morir a doce niños en ese centro asistencial y en todos decían que fue por un paro», agregó.
Ibrahim Molina cursaba sexto grado en un colegio del estado Miranda.