El Papa Francisco ha vuelto a sorprender y ha dado el primer paso para que las mujeres puedan ser ordenadas diaconisas en la Iglesia de Roma durante la celebración de una audiencia en el Vaticano con 900 religiosas de la Unión Internacional de las Superioras Generales que le interpelaron sobre este tema
«Las mujeres diaconisas son una posibilidad para hoy», respondió Bergoglio cuando las superioras de las órdenes de monjas le preguntaron por qué la Iglesia excluye ahora a las mujeres de la posibilidad de servir como diáconos, cuando en la Iglesia primitiva lo podían ser.
Un diácono es una figura eclesiástica a la que se le confiere el sacerdocio de tercer grado, que es el que ordinariamente se otorga de forma provisional a los seminaristas que van camino del presbiterado (sacerdocio de segundo orden). También se confiere actualmente a varones -solterios y casados- que ejercerán este ministerio durante toda su vida: los diáconos permanentes.
Entre sus tareas, se encuentran la de impartir los sacramentos del Bautismo y el Matrimonio, aunque tienen vedada la presidencia de la eucaristía, al confesión y del resto de sacramentos, que son de exclusiva responsabilidad de los presbíteros ( a los que ordinariamente se conoce con el nombre de sacerdotes o curas). Además, los diáconos pueden presidir de forma ordinaria algunas de las celebraciones no eucarísticas de la Iglesia.
El tema de la importancia y la responsabilidad de las mujeres en la Iglesia ha sido una constante del papado de Francisco, quien en repetidas ocasiones ha abogado por realizar una profunda revisión sobre las costrumbres y el papel más bien instrumental de las féminas en la vida de la Iglesia.
YM