El lenguaje es un medio de comunicación donde el niño o niña será capaz de relacionarse con sus semejantes y exponer sus deseos y necesidades de forma más precisa.
Esta es una de las etapas más importante del desarrollo humano y donde se adquiere con una velocidad más rápida.
El aprendizaje del lenguaje depende de muchos factores. Para el desarrollo normal del lenguaje es necesario que el sistema auditivo esté integro.
La presencia de una hipoacusia o sordera influirá en su adquisición de forma diferente en función de la edad de aparición, del grado y del tipo de pérdida auditiva.
La división de pérdidas auditivas respecto al momento de su aparición suele ser el siguiente:
Pre-locutiva (antes de que el niño aprenda a hablar): Son las pérdidas auditivas al nacer o que se producen por algún problema en el parto o los primeros meses de vida.
Peri-locutivas: Son aquellas pérdidas auditivas que aparecen en la etapa del aprendizaje del lenguaje, entre los primeros meses y los primeros años de vida.
Post-locutivas: Son aquellas pérdidas auditivas que aparecen, generalmente por infecciones, enfermedades, accidentes, tratamientos agresivos. Después de que el niño ha aprendido a hablar.
En las pérdidas pre-locutivas, un diagnóstico, adaptación protésica (ya sea con audífonos o con implante coclear) y estimulación logopédica precoces son básicos para lograr los objetivos más altos posibles.
Signos de alarma que deberían hacer sospechar dificultades a la hora de adquirir correctamente el lenguaje:
0-3 meses: no le tranquiliza la voz de la madre.
3-6 meses: se mantiene indiferente a los ruidos.
6-9 meses: no juega con sus vocalizaciones, no imita al adulto cuando habla.
9-12 meses: no comprende el “no”, ni atiende al “dame”, si no se le hace un gesto.
12-18 meses: no dice, ni entiende nombre de personas u objetos familiares.
A los 4 años el niño no construye frases: se expresa con palabras sueltas, no entiende cuando le hablan, habla mucho pero no se le entiende nada o pregunta muy a menudo ¿qué?
Es necesario estar pendiente del proceso de adquisición del lenguaje para detectar a tiempo a través de un especialista, cualquier trastorno que se pudiera presentar y lograr su intervención.
La actitud y la influencia de los padres en el desarrollo de los niños son fundamentales ¿Y cómo lo pueden hacer?
Cuando ellos pronuncien mal una palabra devolvérsela correctamente, por ejemplo si el niño dice ‘opa’ en vez de sopa, debe corregirle y pronunciar “quieres sopa”. También evitar que cuando un niño hable mal, esto sea una gracia y repetirlo.
Los padres deben ayudar al niño a pronunciar bien las palabras. Repetirlas cuantas veces sean necesarias y buscando no humillarle, ni burlarse de los errores del niño(a). Recuerde siempre que Ud. Como padre o madre es el modelo para sus hijos; no dude en buscar ayuda de un foniatra o terapista de lenguaje.
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Bárbara Toro