El Revocatorio Presidencial es sin duda la válvula de escape que se encuentra justo a tiempo con la enorme frustración nacional que nos arropa a todos
El inminente referendo revocatorio al Presidente de la República constituye una de esas ocasiones en las cuales son las fuerzas alternativas democráticas quienes marcan la brújula de la discusión política nacional.
En nuestra tierra ya nadie habla de la ficticia y poco creíble guerra económica, por más que desde la tolda roja se intente insuflarle verosimilitud.
Aquí se habla es de revocatorio. Sea para defenderlo, para satanizarlo, para torpedearlo o para viabilizarlo, el debate nacional tiene ya un nuevo protagonista.
Y es que este derecho constitucional es sin duda la válvula de escape que se encuentra justo a tiempo con la enorme frustración nacional que nos arropa a todos, y que se convierte en la luz al final del túnel cuando la cotidianidad se ha convertido en desesperación y desesperanza.
Y en el momento actual, la discusión es por demás sensible: ¿dan los tiempos para celebrar el revocatorio este año?
Porque existe una fecha, que es el 10 de enero de 2017, que es un parteaguas. Si lo realizamos antes de ese día, se llama a nuevas elecciones en un mes y esta etapa de la historia queda justamente en la historia: en el papel, en los libros, en la memoria y en el olvido. Pero ya pasamos la página.
Si el acto comicial sucede luego de ese día, el vicepresidente ejecutivo de la República terminaría el período presidencial y se relevaría de su cargo al individuo que hoy ocupa la primera magistratura; pero la estructura de poder seguiría intacta hasta el año 2019.
Y lo que nos enseña la experiencia, es que se seguirían cometiendo exactamente los mismos errores que nos han encallejonado en esta tragedia nacional. O quizá otros peores.
Por ello es decisivo para nuestro destino inmediato y futuro como país, que esta cita democrática se celebre a la brevedad posible. Y por ello inquietan las delaciones, demoras, contratiempos y demás escollos que están apareciendo en el camino.
Toda la venezolanidad responsable le hace un llamado a las autoridades competentes, ya que se está enrevesando el ejercicio de un derecho ciudadano amparado en nuestra Constitución Nacional y recordemos que, la justicia que tarda, no es justicia, según reza un principio jurídico universal.
Como dijimos líneas más arriba, se trata de la válvula de escape a una situación frustrante y desesperante; por lo cual todo el que tenga verdadero amor por este país, debe contribuir a allanar el camino.
Hay que recordar que la incontenible voluntad de cambio que hoy late en cada esquina, se volcó masivamente a la calle el 6 de diciembre pasado y contra todo pronóstico, logró una victoria arrasadora e indiscutible en las elecciones parlamentarias.
Esa es la misma voluntad de cambio que exige hoy por todas partes la materialización del mecanismo constitucional idóneo para dar un golpe de timón en la conducción del país.
Como bien dijera el gobernador del estado Miranda, Henrique Capriles, uno de los principales líderes promotores de la salida revocatoria: “En el 2013, en 30 días se organizó una elección presidencial, cómo no se va a poder organizar un revocatorio y las elecciones de gobernadores este año, si apenas estamos en mayo”.
Cuando se quiere, se puede. Cuando no, pues se le busca la quinta pata al gato. Y si no se le encuentra, se le fabrica.
No se puede irrespetar con subterfugios endebles a los millones de venezolanos que salieron a firmar a cara limpia, poniendo su nombre y apellido, venciendo miedos endebles y fantasmas falsos para demostrar que no hay temor que se pueda imponer sobre la necesidad de modificar el rumbo de una nación. La historia universal y la venezolana nos lo han demostrado en suficientes oportunidades.
Los vericuetos y dilaciones en la validación de las firmas están generando un legítimo malestar entre los venezolanos demócratas -la contundente mayoría, según quedó demostrado el 6D- quienes sienten una inocultable burla a su voluntad muy mal encubierta en esta circunstancia.
Y cuando hablamos de venezolanos demócratas, también incluimos a los simpatizantes del oficialismo que prefieren ir a contarse como mecanismo para solventar este callejón sin salida. Hablamos de quienes se mantendrán en sus simpatías con la tolda roja, pero jamás renunciarán a hacer las cosas como se deben hacer, aunque ello implique ir a contarse y reconocer una derrota cantada, que sin duda traería una reflexión y un replanteamiento que solamente puede traducirse en mayor bienestar para quienes habitamos Venezuela.
Desde esta acera de la Venezuela del presente y del futuro, reiteramos que la Unidad ha cumplido con todos los requisitos exigidos por el Poder Electoral para activar el mecanismo comicial y acortar el periodo presidencial actualmente en curso.
David Uzcátegui