Desde hace tiempo Maduro viene hablando de “traiciones”, de “Golpes de Estado”, de que “lo quieren matar”, pero a la hora de mencionar a los supuestos perpetradores se vuelve etéreo, gaseoso, difuso
La amenaza de un tal “decreto de estado de excepción” es un capítulo más de la telenovela de la implosión del oficialismo, proyecto político que nació como un gran movimiento popular y hoy termina convertido en un tanque de pirañas, donde grupos de poder compiten por lo que resta del botín, y en lo único en que están de acuerdo es en prolongar su agónica estadía en el poder para pasar mas tiempo “raspando la olla”.
Desde hace tiempo Maduro viene hablando de “traiciones”, de “Golpes de Estado”, de que “lo quieren matar”, acusaciones muy concretas. Pero a la hora de mencionar a los supuestos perpetradores, el ocupante saliente de Miraflores se aleja de las concreciones y se vuelve etéreo, gaseoso, difuso, y habla de los lugares comunes de siempre.
Ellos son golpistas y se entienden…
En efecto, a la hora de precisar de dónde vienen la amenazas que le impiden “dormir como un bebé”, Maduro vuelve a recitar los nombres de sus sospechosos habituales: que si “el imperio” (el mismo al que le compra gasolina, por cierto), que si “la derecha” (falsa etiqueta que le pone a la oposición, la misma que está recogiendo firmas y exigiendo votar en Referendo), que si “Uribe” (un señor que ya no es gobierno ni en su país, y que le da a Maduro titulares útiles de vez en cuando…); aunque en el “metalenguaje” que usa la cúpula corrupta, el mensaje madurista es comprendido. Ellos son golpistas y se entienden. Maduro le está diciendo a los miembros de su entorno: “Sé que están conspirando. Sé que están hablando a mis espaldas. Sé que (así como inventé junto a ustedes la mentira del ‘Chavismo sin Chávez’) ahora ustedes están cocinando un ‘Madurismo sin Maduro’, para luego echarme a mi la culpa de todos los males y presentarse ustedes como los rescatadores del legado de Chávez. Sé que están en eso. Los tengo pillados. No se los voy a permitir”.
Es por eso que cada vez que logra reunir a cuatro gatos con boinas rojas, Maduro rompe en el llanto ya oído una y otra vez: “Si me pasa algo se lanzan a huelga general”… “Si me pasa algo trancan el chorro de petróleo”… “Si me pasa algo…” Maduro está, ciertamente, aterrado. Pero su pavor más profundo no lo genera la Unidad Democrática. Él sabe que la estrategia de la Unidad es ganarle con votos, y que tras eso simplemente quedará derrotado. Por eso le tiene más miedo aún a sus actuales compañeros de la cúpula corrupta. Porque sabe lo desalmados que son. Porque sabe de lo que son capaces. Y por lo menos en eso tiene razón: cuando los cómplices se transforman en verdugos, suelen ser implacables…
De la “emergencia” al autogolpe, vía “estado de excepcion”
Es así como llegamos a la más reciente invención de Maduro: su amenaza de emitir un “Decreto de Estado de Excepción”. Él sabe que con el decreto que “inhabilita” artículos de la Constitución para no acatar la destitución de ministros ordenada por la AN ya se colocó al margen de la legalidad democrática.
Él sabe que al pretender emitir un decreto de “estado de excepción” sin aval de la representación nacional expresada en la Asamblea Nacional se coloca no solo al margen de la Constitución, sino más allá incluso del más elemental sentido común: él sabe que en el marco de la actual convulsión social por la escasez de alimentos y medicinas, pretender decretar un “estado de excepción” que limite aún más las escasas garantías democráticas que sobreviven al poder que los pranes ejercen en el país, es activar un conjunto de opiniones y mecanismos democráticos, dentro y fuera del país, que se opondrán a ese autogolpe con la contundencia que sea necesaria. Él lo sabe. Entonces, ¿por qué lo hace?
Porque Maduro, ¡por fin!, se dio cuenta de que la “estrategia” de la cúpula corrupta de retrasar la realización del Referendo Revocatorio para que éste se haga luego del 10 de enero del 2017 persigue por un lado, si, restar eficiencia a ese derecho ciudadano… ¡Pero por otro lado la cúpula corrupta busca de ese modo salir de Maduro para quedarse ellos en el poder! Una vez despojado de los recursos del poder, de la capacidad de chantajear con el dinero, de “movilizar” la nómina pública y de hacer cadenas cuando se le antoje, Maduro no será nadie. Y lo convertirán en el nuevo “Chinito de Recadi”. Ante esa posibilidad, Maduro huye hacia adelante y busca, con el fulano decreto de estado de excepción, precipitar ya una crisis que obligue a su traicionero entorno a apoyarlo, basado en el viejo lema pirata de “o nos salvamos todos o nos hundimos todos”. Esa es la explicación de lo inexplicable…
El autogolpe es pan para hoy y hambre para mañana
Como todas las que salen del arsenal madurista, la descrita es una jugada “magistral”… de un juego que no sirve para nada y que ya nadie quiere jugar. Nadie quiere pasar del “Chavismo sin Chávez” al “Madurismo sin Maduro”. Ciertamente, “la mafia vive y la estafa sigue”, pero lo que quiere el país es acabar con la estafa. Así que ya sea a través de golpes o autogolpes, quien pretenda “asaltar” o mantenerse de esa manera en el poder solo tendrá, como dice el refrán popular, “pan para hoy y hambre para mañana”. Sea quien sea, con el pretexto que sea, quien incurra en un golpe o en un autogolpe podrá durar en el poder cinco segundos, cinco minutos o cinco días, pero al final caerá derrotado por su falta de legitimidad y por una demanda social que no podrá ser acallada con represión: en tiempos de alta inflación, incluso gobiernos legítimos suelen ser frágiles, vulnerables y fugaces. Con más razón, un tinglado nacido de una combinación ilegítima de charreteras, togas express y rectoras obsecuentes durará menos, ¡mucho menos!
Hacer en paz lo que se tiene que hacer
Y así volvemos a lo que ya no es una consigna de la oposición, sino un clamor nacional: para que sea pacífica, democrática, constitucional y sobre todo sostenible, la solución al presente drama tiene que fundamentarse en la consulta a la voluntad del pueblo soberano. Esa consulta tiene nombre y apellido: Referendo Revocatorio. Que el pueblo diga su palabra, y que sea obedecida. Que se abra para todos los venezolanos un tiempo nuevo de seguridad, democracia, confianza, justicia, trabajo y prosperidad, para construir entre todos una Venezuela de la que nadie se quiera ir, a la que todos quieran y puedan regresar. Eso es posible si todos hacemos lo que tenemos que hacer, para lograr el país que tenemos que lograr. Todos debemos seguir movilizados, pacífica y contundentemente, hasta lograr la solución electoral que venza a los golpistas y a los autogolpistas. Venezuela es más grande: ¡Pa’lante!