Jesucristo nos dejó una misión antes de irse al cielo luego de su resurrección, la cual podemos leer en el evangelio de Marcos, capítulo 16, versículos 15 y 16: “Id por todos el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuera bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado”.
¿Estás cumpliendo esta orden de Dios o simplemente te sientes satisfecho con leer la Biblia y asistir al servicio dominical”.
El divulgar las buenas nuevas que están en las Santas Escrituras es un deber de todo aquel que cree en Dios, pero más aún, no sólo es creer de boca sino ponerlo en práctica.
Josué le dijo al pueblo de Israel: “Ahora pues temed a Jehová y servidle con integridad y en verdad y quitad de entre vosotros los dioses a los cuales sirvieron vuestros padres al otro lado del rio en Egipto y servid a Jehová. Y si mal os parece servir a Jehová, escogeos hoy a quien sirváis, si a los dioses a quienes sirvieron vuestros padres, cuando estuvieron al otro lado del rio o a los dioses de los amorreos en cuya tierra habitáis, pero yo y mi casa, serviremos a Jehová”, libro de Josué, capítulo 24, versículos 14 y 15.
Si de verdad queremos que Dios nos transforme y de corazón hemos recibido a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal, debemos involucrarnos en el propósito y la obra que Él ha dispuesto para nuestras vidas.
“Si alguno me sirve, sígame y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará”, versículo 26 del capítulo 13, evangelio de Juan.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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