No dejamos de reconocerle su ayuda al Vicepresidente, su sensibilidad ante nuestros problemas, pues es parte de ellos, pero eso no le da derecho a escoger quiénes, dentro del universo afro, nos deben representar
Hace más de veinte años que el tradicionalista Juan Ramón Lugo y la profesora Fulvia Polanco se empeñaron en reivindicar con la visión de la historia como arma de la revolución, la digna rebelión del zambo Jose Leornardo Chirinos. La historia oficial, liderizada por el doctor Manuel Arcaya, había calificado a la rebelión del 10 de mayo, en la hacienda Las Macanillas, como una rebelión sin sentido, de salvajes africanos que tenían por objetivos violar a las mujeres blancas de los amos y reproducir un supuesto reino africano de caníbales. Pero la estrategia fundamental de la lucha de José Leonardo, era en primer lugar liberar a su esposa y sus hijos, que estaban sometidos a la esclavitud en Coro, pero también luchó contra la explotación colonial a la cual eran sometidos los esclavizados, y eliminar el pago de alcabala, una especie de bachaqueros de la colonia. La lucha de José Leonardo se inscribe en un cuadro insurreccional internacional, donde el cimarrón Tula, en 1795, tenía azotado a Curazao, ya Saint Domingue (Haití) para esa época era una referencia triunfante con la rebelión de Tousaint Louverture (1791), mientras el mandingo Samba Bambara en alianza con los indígenas Natchez pretendía tomar New Orleans. La batalla de los cimarrones en el espacio caribe era más que una lucha contra la esclavitud, era una lucha por construir una nueva sociedad e independencia como lo logró Haití, que acabó con la esclavitud, erradicó la trata negrera y propuso un modelo social distinto al modelo francés y norteamericano.
Del cumbe de Macuquita a la bandera morada
Tres fueron los personajes históricos que alentaron la rebelión del 10 de mayo de 1795. El primero fue Cocofijo, el nganga o curandero, quien tenía una visión ecológica del espacio, conocía bien las plantas, sabio en el arte del cultivo para la sobrevivencia. Macuquita era la referencia, el cumbe, el espacio posible para reconquistar la sabiduría y la ética africana. El otro personaje era José Caridad González, el diplomático, el ideólogo. Era de origen luango, civilización del Congo donde compartimos experiencias en 1985, cuando hice mi primera investigación en África. El luango José Caridad maneja el luango, así como el francés, creole y español; sostenía que existía una real cédula o respaldo jurídico para la libertad de los esclavizados, la cual transmitió a José Leonardo y alentó la rebelión. Tenemos entonces tres aspectos esenciales que tuvieron estos tres hombres para converger en la rebelión de 1795: conocimiento del terreno y de la realidad social, y la sobrevivencia sustentable (no le pedían nada a nadie para alimentarse, tener vivienda, etc). Segundo, los aspectos jurídicos libertarios y el contexto internacional. Tercero, la visión política del momento y el aspecto simbólico de la primera bandera de color morado que levantó a las esclavitudes, que por cierto era más original que la que Miranda trajo inspirada en Rusia
Actuación antiética de Aristóbulo
Fue en el año 2005 cuando la Asamblea Nacional que presidía el actual presidente Nicolas Maduro, que se aprobó el Día de la Afrovenezolanidad, bajo un documento elaborado por la Red de Organizaciones Afrovenezolanas, bajo al coordinación de la profesora Fulvia, quien junto a Juan Ramón Lugo ya habían llevado los restos simbólicos de José Leonardo Chirinos en 1995, con la ayuda del historidor Briceño Perozo. El viejo Juan Ramón, quien nació en el antiguo Cumbe La Chapa (Falcón) y quien nos dejó físicamente en agosto del 2003, nos dio extraordinarias enseñanzas de ética revolucionaria, compromiso social comprobado y autonomía. Hoy las diferentes organizaciones como la Red de Organizaciones Afrovenezolanas, la Red Afrodescendientes de Venezuela, Curanderos de Venezuela, Grupo Elegua, Fundación Afroamérica, Afroaragüeños, Asociación Pedagógica Cimarrona, Marimba, Mapire, Asociación Panecillo, Poder Afro, entre otras, con registros jurídicos establecidos, decidieron el pasado 9 de mayo constituirse en Movimiento Afrorevolucionario para profundizar con una visión crítica y propuesta constructivas el proceso bolivariano ante la crisis estructural que padecemos, contra todas las formas de afroburocratismo e imposición de liderazgo a la cañona como los que impusieron para representarnos en el Congreso de la Patria. El profesor y vicepresidente Aristóbulo Istúriz debe revisar ese autoritario proceder, pues eso no fue lo que le enseñamos en nuestra lucha para asumirse como afrodescendiente. No dejamos de reconocerle su ayuda, su sensibilidad ante nuestros problemas, pues es parte de ellos, pero eso no le da derecho a escoger quiénes, dentro del universo afro, nos deben representar.
Homenaje a Chirinos, Lugo, Bigott y Chávez
Todo el mes de mayo es significativo, porque es el mes de la afrovenezolanidad, es un espacio ganado con esfuerzo e inteligencia por todos, sin distinción, que conformamos las organizaciones afro en toda su diversidad. Comenzamos con la conformación de una alianza estratégica con el Ministerio de Justicia para estructurar un plan cultural en Barlovento; luego una conferencia con más de cien jóvenes en Tapipa (que por cierto no tiene agua potable a 162 años de abolida la esclavitud). Luego el Homenaje al profesor Bigott en el coloquio Pedagogía Cimarrona, y por último el homenaje al presidente cimarrón Hugo Chávez en el Cuartel de la Montaña.
LA VOZ DE AFROAMÉRICA