La intensificación de una desproporcionada campaña mediática a nivel mundial para demonizar a Nicolás Maduro y a su gobierno nos recuerdan aquella campaña que terminó con el régimen y vida de Saddam Hussein
El despliegue de la estrategia imperialista para aniquilar el chavismo en Venezuela se ha venido consumando sin encontrar mayores y serios obstáculos.
El largo, cruel y exitoso cerco económico que se ha tendido contra la patria de Bolívar, no solo ha podido debilitar profundamente las propias bases sociales de apoyo del gobierno, sino que además, anuncia peligrosas tempestades.
El desquiciamiento de la psique, a través de métodos de guerra psicológica, ha afectado seriamente la salud mental de muchos opositores, al punto de estar extremadamente e irracionalmente predispuestos contra todo lo que huela a gobierno.
Es una estrategia global en la medida en que ha logrado poner fuera de combate a poderosos gobiernos aliados.
La intensificación de una desproporcionada campaña mediática a nivel mundial para demonizar a Nicolás Maduro y a su gobierno nos recuerdan aquella campaña que terminó con el régimen y vida de Saddam Hussein.
En lo interno, esta misma campaña que banaliza y oculta toda la obra social del período chavista, genera una terrible angustia en amplios sectores de la sociedad que no les permite ni un segundo de sosiego.
Han horadado fortalezas para condicionar a su favor un ataque final.
Las recientes declaraciones del genocida y paramilitar anticomunista Alvaro Uribe no son como para subestimarlas, porque han delatado las verdaderas intensiones del gobierno de Barack Obama, al que «representa» en calidad de marioneta.
A pesar de todo el poderío del imperio norteamericano, nunca pudieron derrotar al chavismo en justa lid. Han tenido que recurrir al juego sucio, a la infamia, a la vileza de la trampa, a la zancadilla, a la emboscada nocturna, a la más sucia y baja bellaquería para poder ganarle al chavismo.
El meollo de este asunto está en la propia naturaleza de todo imperialismo, que solo puede ser, en la más descarnada realización de la violencia, mediante el terrorismo que impone la guerra. Sin esta esencial violencia no podría darse ningún imperialismo porque la guerra y la violencia en que se gesta le es consustancial.
El imperialismo se está imponiendo en Venezuela a través del uso sistemático de la violencia. Se nos ha sometido a una situación de guerra, condicionando la oferta de los alimentos, las medicinas y los productos de mayor demanda, para aumentar su necesidad y sus precios, para alterar la cotidianidad, para provocar una creciente arrechera dentro de la población.
Y lo más triste, es que la oposición que tenemos se presta para acompañar a nuestros enemigos en el castigo que nos imponen para afligirnos. No tienen ojos para ver el papelito que están haciendo. Cachicamo trabajando para lapa, diríamos en mi tierra. Pagarán bien caro tanta maldad para con su propio pueblo.
Solo los más cerrados políticamente pueden ver solo virtudes en el presidentico que tenemos. Sus errores e inconsecuencias son descomunales. Eso no lo ocultamos. Sabemos que sus limitaciones como líder son muy grandes.
Es obvio que el imperialismo ha sacado tarea con tan endeble contrincante. No obstante, en último caso, por eso mismo no podemos dejarlo solo en este trance donde todo un pueblo esta en riesgo de ser arrasado por un imperio que solo sabe de guerras genocidas.
Nuestra patria esta seriamente amenazada y no podemos permanecer impasibles como si nada grave estuviéramos viviendo. Desde cualquier rincón puede saltar la liebre. Las recientes manifestaciones de las verdaderas intensiones del gobierno norteamericano expresada a través de diversos medios y voceros no deben asumirse sino como ordenes para la activación del golpe final contra el gobierno de Nicolás Maduro.
El 23 de agosto de 1973, el presidente Salvador Allende designa a Augusto Pinochet como comandante en jefe del ejercito de Chile. A menos de un mes de haber recibido el cargo, el 11 de septiembre, ese carajo le propina un golpe de estado, alentado y dirigido por el imperialismo norteamericano.
¿Quién será el jefe militar que tumbará a Maduro? Es la pregunta obligatoria. Porque no hacérsela sería no solo desconocer la historia, sino el poder de penetración que tiene imperialismo norteamericano dentro de las fuerzas militares y políticas en nuestra América Latina.
Todo indica que pudiera repetirse algo de nuestra historia de comienzos del siglo XX cuando el compadre de Cipriano Castro fue alentado y apoyado por los gringos para que le diera un golpe. Juan Vicente Gómez lo pensó muy bien porque su compadre no era un problema de poca monta. Al final el apoyo de los norteamericanos le dieron el suficiente valor para ejecutar la traición.
Estamos convencidos de que solo con el apoyo de las fuerzas militares norteamericanas podría ser exitoso un alzamiento militar en Venezuela. Empero, las consecuencias de semejante acción son impredecibles y pudieran ser contraproducentes para el imperialismo si nuestras fuerzas se les plantan con firmeza y con la abnegada determinación de vencerlos.
Nuestro pueblo no solo debe estar preparado para confrontar una intervención militar estadounidense en Venezuela, sino además, para desechar las ilusiones socialdemócratas y a sus representantes dentro del chavismo, y radicalizar este proceso hacia una verdadera revolución socialista.
Ricardo Vargas
aporrea.org