En Sichuan, Gansu y Qinghai, provincias chinas en el Tíbet, está prohibido tener altares privados en homenaje al religioso. «El Gobierno no lo permite, ni siquiera dentro de las casas. Si lo descubren, te envían a la cárcel»
Los budistas tibetanos de la prefectura autónoma de Ganzi, al oeste de China, se han acostumbrado a la fuerza a vivir su espiritualidad con discreción, sobre todo en lo que concierne a mostrar apoyo a su líder, el dalái lama, ante el control y vigilancia de las autoridades comunistas.
«Mucha gente elige llevar su fe en el corazón», dice un lama de unos treinta años de Kangding, la capital de Ganzi, donde alrededor de un 80 por ciento de su casi millón de habitantes es de etnia tibetana, informó Efe.
El joven lama, que prefiere no identificarse, explica que no le está permitido tener una imagen del dalái lama ni siquiera en su dormitorio del monasterio, pero confiesa con timidez que la guarda en algún lugar «secreto».
Y es que Pekín no solo no reconoce al dalái lama, sino que le acusa de estar detrás de las tensiones y protestas proindependencia, a veces en forma de inmolaciones, que existen desde hace años en la Región Autónoma del Tíbet y en zonas limítrofes tibetanas como Ganzi, al oeste de la provincia china de Sichuan.