Golden State Warriors y Cleveland Cavaliers inician este jueves una final de la NBA que apunta al máximo de siete juegos
En las redes se anunció el favoritismo de los Warriors “en un 54%”. Uno de tantos pronósticos para la serie final de la NBA, que comienza hoy en predios de Golden State y para la cual los Cavaliers, además del ansia de darle un campeonato a Cleveland, tienen el incentivo de sacarse la espinita clavada desde el enfrentamiento del año pasado.
Entonces los dirigidos por Steve Kerr se hicieron del título en 6 juegos. Y al rival no le quedó otra que, aun reconociendo el mérito, pensar en el “si hubiéramos estado completos”, suerte de consuelo que dejó en el aire lo que puede dilucidarse ahora. En verdad, la pérdida por lesiones de Kevin Love y de Kyrie Irving dejó en minusvalía a los Cavs, aunque ello no vale como excusa frente al excelente desempeño del campeón que, como ellos, tenía décadas buscando el título.
Además de ese aspecto tan importante, hay otras cosas que juegan en favor del cuadro de LeBron James: ahora hay incorporaciones significativas (Frye, Jefferson, Schumpert, Mo Williams), que junto al líder, Irving, Love, J. R. Smith y el muy mejorado Tristan Thompson, Dellavedova y Mozgov, aunque este poco cuente para el DT Tyron Lue), conforman un plantel respetable y evolucionado a lo largo de la competencia.
Del otro lado el grupo es el mismo, con Curry y Thompson a la cabeza, Green, Iguodala o Barnes y Bogut en el cuadro inicial, Livingston, Ezeli, Speights, Barbosa bases de la reserva junto a Clark y Rush, que pueden considerarse novedades, junto a Varejao, el brasileño que representa el curioso caso de haber estado en las nóminas de ambos equipos durante la temporada y que, descartado por Cleveland, tiene un incentivo personal para hacerse sentir.
¿Favorito? Lo apuntábamos al principio, Golden State por muy poco, aunque la solvencia con que despacharon a Oklahoma y el nivel de los “splash brothers” dan mucha confianza a su gente, amén de la ventaja de cancha y el “back-ground” de la espectacular temporada con récord de 73 victorias. Así como una imposición categórica en temporada regular, aunque ahora se trata de la final. La mayoría se decanta por una serie al tope de 7 juegos, reflejo de cuán parejas están las cosas.
Detener a Curry y Klay Thompson, por supuesto, es objetivo central de los Cavs, que buscarán alternar su presión con la anticipación ante los cambios, mientras el campeón dependerá de la disciplina táctica en la circulación del balón, capaz de abrir campo a otras opciones al tiempo de refrescar las del terrible dúo. Del otro lado, disminuir la producción de LeBron James. Y la de Irving, por supuesto, sin dejar que por allí se cuelen los muy precisos tiros de Smith. Pero hay, además, una baza importante para Cleveland, la de Tristan Thompson, por su fortaleza en los tableros, que solo podría ser neutralizada si Bogut, flojo en la final de conferencia (salvo un crítico quinto juego), retoma su rendimiento en la pintura.
Claro que, en orden a lo colectivo, del éxito en el esfuerzo que ambos pondrán en la marca, y la paciencia para desarrollar ofensiva, dependerán mucho las cosas. Sin olvidar que, en serie tan pareja, será vital el aporte de las reservas, en el caso de Golden State con Livingston al parecer recuperado del bache en los comienzos de la final ante Oklahoma. Y sin olvidar que los Cavs podrían llegar con mejor fondo físico (solo la final les obligó a superar el mínimo de encuentros), aunque de entrada un bajón en el ritmo y coordinación –por eso mismo- suponga cierta ventaja para un rival que llega “caliente”.
Y, por supuesto, a la espera del inicio esta noche, a ver cómo busca cada uno incidir en las fortalezas del otro, con la utilización de recursos más allá de lo que han mostrado. Y cómo serán las respuestas de Kerr y Lue desde fuera de las líneas.
N hay que subestimarlo
A medida que cada rival pisó la lona en estos playoffs, el Rey volvió al vestidor en busca de respuestas. ¿Espejito, espejito, quién es el mejor entre todos los mortales? El silencio fue siempre tan profundo que aturdió.
¿Stephen Curry? El ser humano desarrolla sentimientos internos que preferiría evitar. Viven en sus entrañas y son inevitables. La psicología se nutre de fortalezas y esquiva -como puede- debilidades. La mente del deportista no es excepción y traza una ruta sencilla de comprender: aburrimiento ante lo evidente y explosión ante el desafío.
El Rey está jugando como nunca, pero son muy pocos los que lo saben. En el Juego de Tronos de la NBA, LeBron diagrama estrategias en silencio y se derrota a sí mismo noche a noche. El Superhombre ha emergido tras la superación y transformación de una versión limitada y obtusa. Mientras tanto, las cámaras desayunan, almuerzan y cenan en la bahía de San Francisco, y esa falta de reconocimiento le sirve a él como un interruptor para producir el despertar de la bestia. En definitiva, no importa quién eres ni lo que hagas: la atención se da muchas veces por el entorno y por lo que el producto ofrece en un momento específico.
Hay un costumbrismo peligroso para Golden State que se reproduce de manera geométrica en las conversaciones de básquetbol: el Este es infinitamente inferior al Oeste. ¿Acaso esto significa que los Warriors son más que los Cavaliers? Por favor, no tan rápido con las conclusiones. Quizás, sin saberlo, esto sea la nafta que necesita James para encender la cerilla y provocar el incendio.
Armando Naranjo
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AFP / Ezra Shaw