De ocurrir la consulta popular a través del referéndum revocatorio y ante la paliza histórica que significará su derrota, el gobierno adoptó un modelo de negociación con la oposición solo comparable con el secuestro exprés, uno de los emblemas delictuales que caracteriza la desgraciada era chavista, con la finalidad de extender el revocatorio hasta 2017 y permanecer en el poder a costa de reprimir a un pueblo que clama por comida, agua y medicinas.
La Venezuela del siglo XXI es prácticamente un territorio feudal gobernado por sectas, pranes, colectivos, malandros, borrachos, narcotraficantes, y los nuevos CLAP, una réplica de los comités de defensa de la revolución castristas (CDR), grupos vecinales espías, conocidos como “los ojos y los oídos de la revolución”, que reparten y “bachaquean” a discreción miserables bolsas de comida, robada a establecimientos comerciales con apoyo de la vergonzosa Guardia Nacional Bolivariana, que esgrime sus armas y lacrimógenas contra las protestas que ocurren a diario como minicaracazos por todo el territorio nacional.
Ante la hecatombe que pondrá fin a este infame ciclo histórico, tres de las lacras de la política clientelar chavista internacional –Ernesto Samper, Leonel Fernández y Rodríguez Zapatero– se encuentran cual secuestradores negociando un rescate: la sorpresiva visita de Zapatero, acompañado por su ataché, el inefable Jorge Rodríguez, a la mazmorra donde se encuentra Leopoldo López fue un mal intento de negociar su libertad por un revocatorio en 2017.
Personajes como Zapatero, ideólogo fallido del fracasado diálogo con la banda terrorista ETA, y coordinador directo con Hugo Chávez de milmillonarios contratos, con sus respectivas comisiones, para la fabricación de fragatas militares y la adquisición de armamento de España (la memoria es frágil, pero las hemerotecas están ahí), se debió quedar en el sitio cuando escuchó decir a Leopoldo López que su libertad no es negociable, que primero deben liberar a los demás presos políticos y que el revocatorio en 2016 es la única garantía para una salida democrática, antes de que el país se bañe en sangre, que parece ser la intención de Maduro y sus jefes cubanos.
Punto de no retorno. El giro de los acontecimientos ha llevado al principal defensor del RR, Henrique Capriles Radonski, y quien plantó a Zapatero las mismas razones de Leopoldo López calificando de inaceptable la postergación del RR, a hacer un llamado a la reflexión a la MUD y a su partido Primero Justicia. En un gesto de madurez política digno de aplaudir, Capriles Radonski deja muy claro que es preferible su expulsión de la MUD, y que a estas alturas el diálogo –clandestino o no– es imposible, que llegó la hora de asumir una agenda mucho más activa cuando el régimen no aguanta presión en la calle.
Hemos llegado a un punto de inflexión en el cual los dos líderes opositores más importantes, Leopoldo López y Henrique Capriles Radonski, coinciden por primera vez en una estrategia de no retorno, en la que se suman María Corina Machado y Antonio Ledezma, quienes han advertido del error imperdonable que sería que la MUD vuelva a oxigenar al régimen con un falso diálogo, como se intentó en Punta Cana.
Outsider en la OEA. El vil papel del gobierno de Mauricio Macri, al desestimar en la OEA la aplicación de la Carta Democrática a favor del pueblo venezolano –tema bandera de su campaña electoral–, le servirá de lección cuando descubra que quien negocia con el chavismo se quema. Se quedará con los crespos hechos, si se logra consolidar la agenda particular del outsider que ambiciona asumir la candidatura para la Secretaría General de la ONU: Leonel Fernández. ¡Uh, ah!
YM