Pablo dice en la Epístola a los Romanos, en el capítulo 1, versículo 16: “A la verdad, no me avergüenzo del evangelio, pues es poder de Dios para la Salvación de todos los que cree, de los judíos primeramente, pero también de los gentiles”.
Debemos entender que el evangelio no es una religión, ni una organización creada por el hombre, es la Palabra de Dios escrita. Son las buenas nuevas de salvación.
El Poder de Dios se manifiesta en nosotros cuando creemos en lo que el Señor nos dice a través de la Biblia y esas palabras, escritas por seres humanos como nosotros que fueron inspirados por el Espíritu Santo, deben de convertirse en nuestra norma de vida.
Jesucristo nos dice en el evangelio de Marcos, capítulo 16, versículos 15 y 16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda creatura. El que creyera y fuera bautizado será salvo, más el que no creyere será condenado”.
La Palabra de Dios debe ser para nosotros algo tan sagrado, que no puede prestarse a dudas ni a malas interpretaciones y menos ser objeto de burla, como lo hacen algunas personas.
El Señor en persona se dedicó a llevar este mensaje: “Y recorrió Jesús toda Galilea, enseñando en las sinagogas de ellos y predicando el evangelio del reino y sanando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo. Y se difundió su fama por toda Siria y le trajeron a todos los que tenían dolencias, los afligidos por diversas enfermedades y tormentos, los endemoniados, lunáticos, paralíticos y los sanó”, versículos 23-25, capítulo 4 del evangelio de Mateo.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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