Desde que el gobierno nacional lanzó el plan de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción fue con la intensión de combatir el acaparamiento, la “guerra económica” y así poder suministrar los alimentos directamente a las comunidades, principalmente a las zonas populares
“Todo el poder para los CLAP”, fue una de las declaraciones del presidente de la República, Nicolás Maduro, durante una reunión del Congreso de la Patria que se realizó en el Poliedro de Caracas, el 11 de junio de este año.
A pesar de ser “el plan pionero” del gobierno para enfrentar la escasez, en varios puntos del país se han estado realizando protestas debido a que estos grupos llegan a los establecimientos, mercados y abastos para sacar la mercancía y distribuirla según su propio procedimiento.
Hasta el momento las redes que conforman la red de distribución de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción realizan un censo para distribuir una bolsa de comida de productos regulares a las familias en las diferentes ciudades en el país. Sin embargo, para el sociólogo Roberto Briceño León la centralización de alimentos es, además de un acto de discriminación, una motivación para el lucro político.
“Ese poder que tienen los CLAP para poder de darle la comida a quien quiera puede ser muy peligroso. Si te pones a analizar la situación de escasez, quién me puede negar que estos alimentos puedan ser objeto para sacarle provecho y distribuirse a un grupo más pequeño que el que ya existe o venderlos igual o más caro que un ‘bachaquero”, declaró el también director del Observatorio Venezolano de la Violencia.
Briceño León también enfatizó que el procedimiento que realizan los CLAP parece más una privatización de las redes de distribución que una política de estado.
“Más que el bienestar del pueblo o mejorar las condiciones de escasez en el país lo que se busca es tener lealtades políticas en caso de medidas sociales como, por ejemplo, realizar un referéndum revocatorio en el país”, resaltó. EN
YM