La tensión sube con rapidez para los Golden State Warriors. Alguien es sancionado, alguien se hace daño, alguien es expulsado y muchos no se esfuerzan en ocultar su frustración. La cómoda ventaja de dos juegos en la final de la NBA se convirtió en una arriesgada ventaja de un juego, y después desapareció.
El momento definitivo está por llegar.
El mayor desafío, también.
A los Warriors no les entran las canastas como en la temporada regular, las paradas tampoco se producen como hace unos meses.
Los dolores y molestias se acumulan, y lo que hace poco parecía un título seguro es ahora una insegura posibilidad.
El domingo se celebra el Juego 7 contra los Cleveland Cavaliers y Golden State espera que jugar en casa les ayude a destilar el elixir para ganar el campeonato.
«Las cosas no han salido a nuestra manera pese a cómo fue la temporada regular», dijo el base de los Warriors Stephen Curry. «Los playoffs no han sido fáciles. No ha sido un paseo. No ha habido nada perfecto en ello. Así que sí, es frustrante, pero el trabajo que hemos hecho y la oportunidad que nos hemos dado con un Juego 7 para ganar las finales en casa, uno tiene que estar emocionado por eso».