Nuestro pase a ciudadanos se produce luego de la independencia y de la constitución de Venezuela como una república en 1830, luego de la desintegración de la Colombia de Bolívar
En estos últimos días he visto una suerte de efervescencia afrodescendiente y aborigen, con actos públicos escuálidos pero muy escandalosos y hasta cierto punto vistosos en plazas y otros espacios citadinos, que han traído a mi mente recuerdos de mis primeros conocimientos de historia de Venezuela, aprendidos en una escuela primaria de maestros dedicados, estudiosos e integrales, capaces de estimularnos nuestro aprendizaje por su dominio del conocimiento impartido, cosa muy distinta de la que hoy lamentablemente ocurre con maestros y profesores de nuestras escuelas primarias y secundarias, que delegan sus obligaciones docentes en los padres o responsables de nuestros escolares.
Recuerdo que aprendí que mientras fuimos parte de la Corona española, es decir en el período en que fuimos súbditos, los grupos sociales se establecían por el color de la piel y el origen de las personas. Había los blancos peninsulares, nacidos en España; los blancos criollos o hijos de los peninsulares nacidos en Venezuela; los aborígenes, mal llamados indios, que eran quienes habitaban estas tierras en el momento de la llegada de España; los negros, traídos de África como esclavos; los mestizos, productos de la unión del blanco con el aborigen; los mulatos, originados del cruce del blanco con el negro; y los zambos, procreados por la unión del aborigen con el negro. Y a partir de allí toda una serie de grupos derivados, que se clasificaban en función de las distintas uniones y mezclas de los grupos principales.
Todos eran súbditos de La Corona española y como tales no tenían los mismos derechos. No eran ciudadanos, porque Venezuela no era una república sino una Provincia, primero, y Capitanía General, después, del Reino de España. Tampoco eran ciudadanos los españoles que vivían en España. Todos eran súbditos. Nuestro pase a ciudadanos se produce luego de la independencia y de la constitución de Venezuela como una república en 1830, luego de la desintegración de la Colombia de Bolívar. Desde ese momento, los venezolanos dejamos de ser súbditos de la Corona española, para pasar a ser ciudadanos de la república, iguales ante la Ley, por lo que nuestros derechos y posiciones sociales ya no se miden en función del color de la piel ni del origen cercano o remoto que podamos tener.
Cuando oímos el discurso del presidente Nicolás Maduro que exalta la supuesta existencia de una población afrodescendiente, con intereses sociales particulares, distintos de los derechos de todos los ciudadanos venezolanos, nos preguntamos si es que el socialismo del siglo XXI va a organizar al país en función del color de la piel de la gente, como lo hacía la monarquía española con sus súbditos. La ignorancia y la insensatez parecen no tener límites en nuestra patria.
Luis Fuenmayor Toro