El 2 de junio se cumplieron 150 años de la muerte de la mártir criolla, una mujer que merece un homenaje a la altura de las circunstancias. Sin duda un ejemplo a seguir
En estos tiempos, en los que resulta tan necesario educar y mantener viva la esperanza de nuestros jóvenes y nuestro pueblo, considero fundamental evocar siempre a nuestras grandes figuras, aquellas que forjaron la libertad venezolana, a quienes les debemos gran respeto y admiración.
El 2 de junio se cumplieron 150 años de la muerte de Luisa Cáceres de Arismendi, una gran mujer que merece un homenaje a la altura de las circunstancias. Sin duda un ejemplo a seguir.
Las múltiples estructuras dedicadas mantener vivo el sentimiento nacional, tanto municipales, como estadales y nacionales, deben esforzarse por honrar a quien está instalada en el sentimiento de nosotros los margariteños. De esa forma, con actos positivos y significativos de verdad, podemos encaminarnos rumbo al diálogo constructivo que todos piden y necesitamos.
Por ello, en esta oportunidad aproveché esta modesta columna para recordarla con enorme amor y reconocimiento. En 1814, con una nación en guerra, Domingo Cáceres y Félix Cáceres fueron asesinados por los realistas opresores. Ese mismo año, tras la muerte de su padre y hermano, Luisa viajó a Margarita, donde contrajo matrimonio, a los 15 años, con el general Juan Bautista Arismendi, quien desarrollaba una campaña contra las fuerzas españolas.
Un año después, las autoridades españolas iniciaron la persecución del general Arismendi, quien logró escapar. Luisa se encontraba embarazada, fue detenida y llevada a los calabozos de la fortaleza de Santa Rosa, donde fue interrogada cruelmente por el español Joaquín Urreiztieta, sin obtener respuesta alguna del paradero y los planes políticos de su esposo Juan Bautista. Poco después dio a luz a una niña que murió al nacer. El imperialismo español no sabía de derechos humanos.
Meses más tarde fue trasladada a la fortaleza de Pampatar, de allí a La Guaira y finalmente a España en el año 1816, donde fue sometida, intentaron doblegarla y hacerle cambiar sus ideales republicanos que cada día se hacían más fuertes. En 1818 regresó libre a Venezuela y continuó apoyando las ideas libertarias de los americanos. Se domicilió en Caracas, donde murió el 2 de junio de 1866.
Luisa Cáceres: siéntete reivindicada y homenajeada con estas sencillas palabras. El patriotismo se ejerce y perdura más allá de las huecas palabras de protocolo. ¡Siempre te amaremos!
Dante Rivas
aporrea.org