En 1956 fue arrestado por el presunto asesinato de una paciente. Cuando el caso se juzgó en 1957 no salieron suficientes pruebas y fue liberado, sin embargo, las investigaciones culminaron con un posible saldo de 163 víctimas del temible galeno
Uno de los casos más famosos de médicos asesinos fue el del británico John Bodkin Adams en 1957. Acusado de haber matado a un paciente para beneficiarse del testamento, Adams declaró en el juicio que todo el mundo tiene que morir alguna vez, por lo que deberíamos hacer lo que podamos para facilitar el paso.
Los periódicos sugerían que había envenenado a un gran número de ancianas ricas, poco después de que le hubiesen incluido en su testamento. El periodista Percy Hoskins se opuso a las tesis de sus colegas, al afirmar que el médico era inocente y que había una campaña policial contra él. Sus teorías produjeron un escándalo público que terminó con la declaración de inocencia del médico.
A pesar de esto, muchos siguen considerándole culpable de la muerte de centenares de pacientes, creencia inducida, en parte, por el hecho de que el doctor Adams apareciera como beneficiario en el testamento de 132 de sus pacientes. Tras su muerte, en 1983, dejó en su testamento mil libras esterlinas para el periodista que le había defendido.
Desde el principio
John Bodkin Adams nació en Randalstown, Irlanda del Norte en 1899. En este lugar se graduó de médico y de inmediato se trasladó a Inglaterra donde ejerció desde 1922, año en el que se inició como cirujano de un hospital en Bristol. Luego decidió establecer su consultorio en el condado de Eastbourne, el cual mantuvo por 34 años.
El doctor Adams se destacó por su refinado trato a las damas de madura edad y a las ancianas y no escatimaba esfuerzos para atenderlas cuando sus longevas pacientes lo llamaban a cualquier hora de la madrugada. Tan fino fue su trato que unas 130 de sus pacientes incluyeron su nombre en sus respectivos testamentos. Por ejemplo, una de ellas, Matilda Whitten, falleció en 1946 y le dejó al doctor Adams 4 mil dólares, lo cual llevó a la familia de la difunta a iniciar un juicio contra el doctor, pero la corte falló en favor de este último.
Sospechas y rumores afloraron. Se comenzó a comentar del gran número de herencias que provenían de sus pacientes ancianas hasta que se llegó a sugerir que el refinado doctor había precipitado sus muertes con el uso de ciertas drogas. Pero sus defensores, que eran muchos, sostenían que las sumas dejadas por las ancianas eran irrisorias si se tomaran en cuenta los desvelos de Adams para con ellas y el infinito cuidado que el galeno les deparaba.
Los rumores llegaron a oídos de la policía local e inclusive se hizo una consulta formal a Scotland Yard hasta que un equipo de detectives, comandado por Herbert Hannan, se hizo cargo de la investigación. Las dudas se incrementaron cuando, el 13 de noviembre de 1950, murió la paciente Edith Morell y el doctor Adams certificó que se debió a una trombosis cerebral.
La señora Morell dejó 218 mil dólares y un juego completo de mesa de fina plata para el galeno. Otra muerte que había llamado la atención fue la de Alfred Hullet, subscriptor de valores del Lloyds, de quien Adams certificó que había fallecido de trombosis coronaria en marzo de 1956.
Alfred dejó para su viuda Gertrude unos 263 mil dólares y 3 mil para el doctor Adams. Poco tiempo después falleció Gertrude y el médico también certificó trombosis coronaria, aunque jamás hubo tratamiento alguno por esta afección.
Adams la trató por un desorden nervioso y le indicó dosis altas de barbitúricos que provocaron su adicción. Adams en todo momento insistió que la había tratado por una afección coronaria y firmó el certificado de defunción en este sentido.
Un médico patólogo sospechó que el fallecimiento de la señora Gertrude Hullet se había producido por el uso excesivo de barbitúricos. Luego de los exámenes se encontraron depósitos anormales de estas sustancias, por lo que el juez de turno dictaminó que se trataba de una muerte por suicidio. Pocos días después, el doctor Adams reapareció manejando el Rolls-Royce de los Hullett, el que vendió en 8 mil 500 dólares.
La policía descubrió que el doctor Adams había firmado unos 400 certificados de defunción y se comentó que en los últimos momentos de sus pacientes acudía al lado de ellos con una forma legal de herencia para ser llenada por sus pacientes bajo los efectos de la morfina. Los policías decidieron arrestarlo y acusarlo del asesinato de Edith Morell y de los Hullett.
El fiscal lanzó una avalancha de evidencias y se rodeó de médicos con mucha experiencia, enfermeras y detectives del Scotland Yard. La defensa de Adams fue crucial y en todo momento, dispuesta a demoler la evidencia de los testigos, lo que hizo con mucha habilidad. El jurado lo declaró inocente, pero varios meses después, fue encontrado culpable por firmar varios certificados de cremación, por lo que fue multado y su nombre retirado del padrón de médicos. Fue incluido nuevamente en el padrón en 1961.
John Bodkin Adams murió en julio de 1983 a la edad de 84 años. El valor de sus propiedades alcanzaba los 800 mil dólares. Aunque nunca fue sentenciado por asesinato, la policía cree que el doctor Adams fue responsable de unos 163 asesinatos en sus 34 años de médico en Eastbourne.
Muertes por sobredosis
John Bodkin Adams mataba a sus pacientes con sobredosis de drogas, luego de que las mismas cambiaran sus testamentos a su favor. Este método incruento le sirvió para pasar desapercibido durante mucho tiempo, ya que sus víctimas eran en su mayoría ancianas y sus muertes eran consideradas como consecuencia de sus avanzadas edades.