El lesbianismo es abordado en un nuevo espectáculo del grupo Teatrela, dirigido por Costa Palamides y con un texto de Elio Palencia
Desde el 28 de junio, en la Sala Horacio Peterson de Unearte, se presenta la nueva obra de Elio Palencia: Donde caerme viva, bajo la dirección de Costa Palamides, la cual tendrá una temporada de 10 funciones hasta el 10 de julio, de miércoles a sábados a las 6 pm y los domingos a las 5 pm.
Donde caerme viva aborda la candente temática de la sexodiversidad, según la dramaturgia de Palencia, para explicarnos vehementemente la problemática venezolana en sus más profundas vertientes.
Seis personajes femeninos interpretados por siete actrices que mantienen el repertorio de la agrupación Teatrela a viva voz, en un derroche de emociones sobre la relación lésbica en un país donde los LGTB siguen siendo en materia legal ciudadanos de segunda.
Un grito que espera calar hondo en el espectador, como lo han sido las obras de este autor venezolano.
El estreno de Donde caerme viva sirve también para los reencuentros con tres actrices que han estado en más del 80 por ciento del repertorio teatral de la agrupación que más ha difundido el teatro latinoamericano en Venezuela.
Se trata de Nirma Prieto, Marisol Matheus y Norma Monasterios. Debutan con Teatrela en esta celebración de sus 30 años las venezolanas Juliana Cuervos, Daifra Blanco y María Alejandra Tellis como también la española Ruth Cabeza, quien da el carácter internacional a esta celebración con visos iberoamericanos.
El plantel de creadores escénicos vinculados al repertorio de Teatrela continúa con el dispositivo escenográfico firmado por Oscar Salomón; el diseño de luces es de Darío Perdomo; la música original de Pantelis Palamides y la producción general de Juan Carlos Azuaje.
Desde hace tiempo
–¿Qué ocurre con Donde caerme viva?
–Tenía tiempo queriendo trabajar personajes femeninos y sexodiversidad. No es un ámbito fácil, como no lo ha sido la condición de ser mujer y lesbiana en nuestra sociedad. Hay poca visibilidad y mucha estigmatización. Mientras se ve desde el morbo del varón heterosexual o la pornografía, todo ha parecido estar relativamente bien o tolerado, pero al pretender hablar de ello como opción de vida que irrumpe en la cotidianeidad y alza su voz, ya la cosa se torna difícil.
Un día, un intelectual “progresista” con premios y prestigio me suelta en una conversación que para qué hablar de eso, que el tema de la diversidad sexual ya “está superado”. ¿Un tipo culto, que ha viajado, de pensamiento laico y racional, que escribe para diarios y -lo sé- es lo que llamamos “una buena persona”? ¡No podía creérmelo! Le pregunté si le parecía justo que él con apenas seis meses de relación con su compañera pudiera incluirla en un seguro médico, mientras que cualquier pareja gay o lésbica con diez o quince años de convivencia no podía ni pensar en esa opción. Solo alzó las cejas. ¡Cuánta ligereza e irresponsabilidad, cuando no ahondas en la problemática del otro! Así que me dije: “¡Superado un carajo: voy a escribir!” Y surgió Dónde caerme viva.
Hay que ponerse en el pellejo del otro, como lo hizo el varón inteligente en el de la mujer que no podía votar o el blanco liberal en el del negro o el indio esclavizado o excluido. Y he allí una dura particularidad: reivindicar la justicia del sexodiverso, que históricamente ha contado con poquísimo apoyo de los que no se ven en esa condición. Generalmente por el temor de ser tomado como sospechoso/a y en consecuencia, estigmatizado/a. Por fortuna, ya en muchos lugares, desde el punto de vista legal, las cosas están cambiando. Dado que un país como el nuestro insiste en seguir quedándose detrás al respecto, habrá que continuar haciendo sonar alarmas sobre esta asignatura pendiente que afecta a muchos seres humanos.
Diversidad sexual
–¿Para qué este teatro sobre la diversidad?
–La verdad es que nunca me he propuesto hacer un “teatro sobre la diversidad” sino -repito- ser lo más orgánico y coherente posible con mis motivaciones y necesidades. Sé que existe tal clasificación desde un ámbito de la investigación crítica y académica, y lo comprendo, pero solo muy excepcionalmente me lo he propuesto de esa manera.
De hecho, considero que en la mayoría de los casos, el tema central no está en una orientación sexual equis (nomenclaturas que, por cierto, cuestiono, pongo en duda y continúo revisando) sino temas, conflictos esencialmente humanos y que pretenden buscar puntos de encuentro, ser más abarcadores. A mí muchas veces me ha surgido tratarlos desde personajes sexodiversos y eso tal vez quiere decir , entre otras cosas, que soy un hombre de mi tiempo, que procuro hacer uso de mi libertad de ser y expresarme.
¿Acaso no ha habido demasiada invisibilidad y exclusión, cuando no satanización y represión, durante muchísimo tiempo respecto a estas cuestiones? Arthur Miller decía que el teatro es el arte donde el hombre puede enfrentarse a sí mismo… Para eso, cada cual crea desde los colores que vive, se imagina, sufre o sueña y, en el drama, desde los actantes o categorías humanas que le son propicias para dialogar consigo mismo y con los otros hasta llegar a poner “Fin” “Oscuro” “Telón” y se inicien nuevos diálogos.