Esta es la pregunta más importante que debería hacerse el ser humano, antes de pensar en que va a hacer en el futuro de su vida.
Todos nacemos pecadores y necesitamos un Salvador para que restablezca nuestra relación con el Padre Santo y podamos ser perdonados, salvos y tener garantizada la vida eterna con Dios en el cielo.
Pero las tradiciones, las falsas religiones y las costumbres, han dejado en segundo plano esta importante decisión.
En la Epístola a los Romanos, capítulo 3, versículo 23, el Apóstol Pablo dice: “por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios”.
Sin embargo, el Padre Santo en su infinita misericordia hacia su creación, envió a su Hijo amado Jesucristo para que “todo el que crea en Él, no se pierda, más tenga vida eterna”, versículo 16, capítulo 3 del evangelio de Juan.
Es importante destacar, que la salvación no se obtiene por obras, sacrificios, ritos, tradiciones o religiosidad; sino por la gracia de Dios, cuando recibimos a Jesucristo como nuestro Señor y Salvador personal.
En el libro de Hechos, estando Pablo y Silas presos, ocurrió un milagro de Dios que los libró de las cadenas que los aprisionaban y el carcelero al ver lo que pasaba intentó matarse pero los apóstoles lo impidieron y el funcionario les preguntó cómo podía ser salvo, la respuesta fue: “Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo tú y tu casa”, versículo 31, capítulo 16 del libro de Hechos.
Jesucristo nos dice: “Yo soy el camino, la verdad y la vida, nadie va al Padre sino por mí”, versículo 6, capítulo 14 del evangelio de Juan.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios
Lic. Beatriz Martínez (CNP 988)
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