El Poder Judicial ha asumido una actitud cómplice con el Gobierno nacional, incumpliendo con su función de impartir justicia apegado a la constitución y a las leyes
En la actualidad el pueblo venezolano vive una complicada situación donde la confrontación política es el norte de todo el diario devenir, profundizándose la misma cada día más entre diferentes actores del gobierno nacional y la llamada Mesa de la Unidad Democrática, generando ello pérdida de su legitimidad, y un estado de anarquía donde prevalecen los intereses particulares y no del colectivo.
Enfrentamiento que ha erradicado un norte claro en los aspectos trascendentales del país, originando una politización negativa de éstos, siendo necesario presentar alternativas concertadas de solución y no de oposiciones a ultranza en virtud del origen de los mismos.
Más aún cuando el soberano coexiste con insuperables necesidades de urgente respuesta, sobreviviendo con extremas necesidades ante el deterioro económico y moral que afecta su calidad de vida. Acentuándose una inflación generalizada, un salario que a pesar de sus ajustes no alcanza para satisfacer sus requerimientos básicos, así como la corrupción indetenible por parte de quienes cumplen funciones públicas y están llamados a dar resultados pertinentes al contexto existente. Asumiendo además el Poder Judicial una actitud cómplice hacia el gobierno nacional, incumpliendo con su función de impartir justicia apegado a la constitución y a las leyes.
Por ende, para comenzar a tratar unos de los temas más apremiantes en el presente como lo es el económico, y presentar algunas respuestas a la crisis, es indispensable resaltar que la inversión privada tanto nacional como extranjera es vital para el desarrollo del país, no constituyendo solamente la intervención del Estado el único motor y excluyente para lograr un verdadero desarrollo económico.
Inversión privada que demanda un ambiente de confianza, y en tal sentido parámetros claros que permitan constatar la existencia de una efectiva seguridad jurídica, haciéndose realidad normas legales, procedimientos y planes que brinden protección al inversionista, respetándose en todo momento los acuerdos que se celebren.
Seguridad jurídica que es vital en un verdadero Estado de Derecho y Justicia, al dar certidumbre del ordenamiento que regula las distintas actividades del ser humano en sociedad. De ahí que si las normas legales no se respetan o interpretan bajo criterios individualistas o parcializados, desconociendo un marco jurídico estable, no podría hablarse de legalidad y mucho menos de respeto al orden jurídico, lo cual imposibilitaría cualquier avance, entre ellos mayor participación privada en la economía.
Enfatizando a su vez la necesidad de erradicar tantos obstáculos burocráticos, e iniciar sin demora la ejecución de un plan macroeconómico donde se le otorgue prioridad con eficiencia, eficacia y efectividad a las políticas sociales, se asuma una redistribución equitativa de la riqueza, el reimpulso del aparato productivo sea realidad, se unifique el tipo de cambio, verificándose la eliminación progresiva de su control, e igualmente se haga una constante evaluación del gasto público optimizando su utilización.
Siendo necesario asumir que no es permisible para el desarrollo económico del país el desconocimiento o irrespeto a la naturaleza de la propiedad privada, ni tampoco la concreción de normas donde se promueva la participación privada sin ningún tipo de vigencia práctica, estableciendo las mismas más controles, restricciones o desincentivos. Y apartando toda acción improductiva.
En virtud de lo cual, solo saldremos adelante si existe una real y efectiva alianza entre todos los sectores del país, suprimiendo todo interés personal y no los de este, teniendo presente lo expresado por el Padre de la Patria Simón Bolívar el 6 de septiembre de 1815 en su célebre Carta de Jamaica, donde indicó: «Cuando los sucesos no están seguros, cuando el Estado es débil, y cuando las empresas son remotas, todos los hombres vacilan, las opiniones se dividen, las pasiones las agitan y los enemigos las agitan para triunfar por este fácil medio».
Debemos en consecuencia unirnos por nuestra querida patria y así velar por sus intereses. Es hora de corregir y asumir un rumbo en beneficio para el país. ¡Basta de asumir posiciones pasivas y personales! Es tiempo que todos participemos, no dejemos engañarnos por posiciones pragmáticas y aportemos soluciones en una república para todos.
Clíver Antonio Alcalá Cordones
aporrea.org