El cenit de la gestión polémica de Eduardo Cunha fue cuando condujo una escandalosa votación en la que se aprobó someter a juicio a la mandataria de izquierda “por haber violado la Constitución al autorizar gastos sin la venia del Congreso”
Eduardo Cunha, némesis del Partido de los Trabajadores de Lula y arquitecto del impeachment contra Dilma Rousseff, renunció este jueves a la presidencia de la cámara de Diputados de Brasil, asfixiado por acusaciones de corrupción y abandonado por sus aliados.
Considerado el político más impopular del país y comparado con Frank Underwood, el maquiavélico personaje de la serie «House of Cards», Cunha leyó su dimisión entre lágrimas, dijo ser víctima de una persecución política y afirmó que su gestión «jamás será olvidada».
«Es público y notorio que la casa (cámara de Diputados) está acéfala, fruto de un interinato bizarro, que no condice con lo que el país espera del nuevo tiempo tras la suspensión de la presidenta de la República, y solo mi renuncia podrá poner fin a esa inestabilidad», dijo Cunha a la prensa al leer su dimisión con ojos enrojecidos y la voz quebrada.
Cunha, de 57 años, conserva por ahora su mandato como diputado federal, actualmente en suspenso por un fallo de la corte suprema que aceptó la acusación de la fiscalía de que usaba su cargo para interferir en las investigaciones en su contra.
Evangélico militante y ultraconservador, Cunha es el único político protegido por fueros que está siendo juzgado por el máximo tribunal, acusado de embolsarse al menos cinco millones de dólares en sobornos para facilitar negocios en la red que parasitó a la estatal Petrobras durante una década.
La procuraduría afirmó en su denuncia que no poseía «las condiciones personales mínimas» para ejercer el cargo.
«Estoy pagando un alto precio por haber dado inicio al impeachment. La principal causa de mi alejamiento reside en ese proceso de impeachment», dijo casi sin poder controlar su emoción.
Protagonista central de la crisis política de la mayor economía de América Latina y durante meses primero en la línea de sucesión presidencial, el destino de Cunha quedó entrelazado con el de Rousseff, cuya destitución puede marcar el cierre de un ciclo de más de 13 años de la izquierda en el poder.
Cunha se quedó sin margen para continuar luego de que el Consejo de Ética de diputados recomendara en junio su destitución por haber «mentido» a una comisión parlamentaria de investigación sobre la existencia de cuentas secretas en Suiza que eran de su propiedad.
Desde entonces, hasta sus aliados más cercanos aceptaron que la pelea por conservar la jefatura de la Cámara baja había terminado.
Su propia esposa y una de sus hijas están bajo la lupa de la justicia, investigadas para determinar si se apropiaron de dinero público.
Durante los 17 meses que lideró la cámara -su mandato estaba programado para durar 24 meses-, Cunha llegó a dominar la agenda política del país y bloqueó buena parte de las iniciativas del PT, además de impulsar varios proyectos polémicos como la reducción de la edad mínima penal y la limitación de los derechos de parejas homosexuales.
«Sufrí y sufro muchas persecuciones en función de las pautas» de votación en la cámara, afirmó el diputado.