Hay dos verdades lapidarias: la convocatoria sí fue hecha a tiempo y existe además tiempo suficiente para realizar la consulta
El Referendo Revocatorio presidencial que hoy ocupa la atención de todos los venezolanos, ha dado lugar a multitud de conjeturas que bien podrían servir de argumento, no digamos para una, sino para muchas películas de ficción.
La importancia del inminente evento que mantiene los ojos del mundo fijos sobre Venezuela, aunada a la información confusa y contradictoria que proviene de fuentes oficiales –para no hablar de desinformación- choca con la urgencia que tenemos todos de saber, generando que cada quien se arme su propia película.
Los más aficionados al apocalipsis aseguran que sencillamente no habrá referendo. Esta es definitivamente, la hipótesis más audaz, tomando en cuenta que los ojos del planeta vieron a los venezolanos saliendo a la calle masivamente para firmar y así activar el proceso que conduce al revocatorio.
Se trata de acortar los tiempos, de engullirse días de la semana y meses del año, a ver si se hace inviable el evento comicial. También se ha apelado a cualquier forma de “rebanar” la voluntad de la gente, tales como descalificar firmas y firmantes, colocar una cantidad mínima de puntos para validar y otros tantos contratiempos que, sumados, deberían dejar cojeando a esta iniciativa popular. O al menos, eso es lo que aspiran los guionistas de esta película de terror.
Pero nada de eso ha resultado. Los venezolanos salieron masivamente, tanto a firmar como a validar. Aunque superficiales formalismos confiscaron un derecho constitucional a cientos de miles de venezolanos, el volumen de ciudadanos convocados fue tal, que estamos protegidos por mucho, en cuanto a la cantidad de electores convocantes en esta primera etapa.
Otros tantos, asoman más tímidamente que sí, que habrá revocatorio… Pero que no podrá ser este año. Y como bien sabemos, los desenlaces son distintos según se celebre antes o después del 10 de enero de 2017.
Resulta que en este momento, la pelota está del lado de la cancha que domina el Consejo Nacional Electoral. El 1 % del padrón electoral ya salió a firmar, y se cumplió también con el requisito de la validación, a pesar de las engorrosas condiciones en las cuales se desenvolvió.
Desde ya -en realidad desde hace varios días- el CNE puede dar inicio a la convocatoria de revalidación del 20 por ciento de los electores, para solicitar el Referéndum Revocatorio del mandato presidencial de Nicolás Maduro y hacer la participación de dicha decisión a la Mesa de la Unidad Democrática; con lo cual entraríamos en la ruta definitiva para realizar la consulta.
Partimos aquí de dos verdades lapidarias: la convocatoria sí fue hecha a tiempo y existe además tiempo suficiente para realizar la consulta. No hay razones legales ni técnicas para que el Referendo Revocatorio no se realice este mismo año.
Otro de los obstáculos que aducen quienes se empeñan en buscar obstáculos, es que tenemos pendientes para este año las elecciones regionales, cosa que es meridianamente cierta.
No solamente son eventos compatibles, sino que por la dinámica de ambos, podrían culminar realizándose el mismo día, lo cual incluso sería conveniente por ahorro de costos, al convocarse ambas consultas en una misma jornada.
También corrió el rumor de que el Tribunal Supremo de Justicia echaría para atrás esta primera recolección de firmas ya celebrada. Si hay o no bases para ese rumor, es algo sobre lo cual no nos corresponde pronunciarnos; lo cierto es que, al día de hoy, eso no ha sucedido. Otra hipótesis señalaba que se estaría buscando una forma de echar para atrás todo el proceso; pero el oficialismo no estaría dispuesto a pagar ese costo político.
Hay otra razón de peso para que el evento siga adelante por su propio peso: y es que moralmente ya fue convocado.
Los cientos de miles de venezolanos en las calles firmando son una muestra clara, ante los ojos de todos, de la exigencia de la gente de ir al revocatorio, créanlo o no los afectados por esta decisión popular.
Por si fuera poco, la validación y las adversas condiciones en las cuales se realizó, sirvieron como reafirmación de esta misma voluntad. La gente salió con más pasión, y se empeñó con terca perseverancia en hacer valer sus firmas.
Podemos concluir algo que sería conveniente tener anotado: mientras más se complique el proceso, más tenacidad va a sacar el venezolano de sus ganas de poner punto final a los problemas que hoy lo agobian.
Se acaban las excusas y se acaban los obstáculos. Se acaba una etapa histórica mientras otra nueva irrumpe con fuerza a pesar de quienes intentan en vano esconderla o postergarla.
Quienes hacen un papel a contracorriente, quedan muy mal ante un país que está muy claro en lo que está sucediendo, porque lo padece en carne propia, en sus hogares o en el núcleo de su familia.