Los pensamientos de Anne se van a cualquier parte diferente a la cola en la que está desde las 4:00 am. Sus pies están cansados, pero ella sabe que no puede hacer cosa distinta a esperar a ver si hay suerte de hacer alguna buena compra.
Ella es hermosa. La melena es muy larga y almenos hasta la mitad de la cabellera el negro azabache se mantiene, luego se percibe una leve decoloración que resulta de un invento de moda. Anne alcanza ya los 34 años de edad, y espera su primer hijo. Antes no se preocupaba tanto por comprar alimentos, y su vida de soltera era absolutamente perfecta, sin embargo, luego de algunas salidas con Gerardo (su exnovio), embazarse fue una sorpresa y finalmente decidió asumir el reto sola, de hecho el padre ni siquiera se enteraría de la llegada al mundo del muchachito, almenos no por cuenta de Anne.
Para nuestro personaje la vida se ha convertido en un sube y baja del que espera lanzarse pronto a tierra firme, especialmente porque ahora que será madre comprende muchas cosas que antes le eran difíciles de asimilar. Y es que sin tener aún a su bebé en los brazos, Anne ya percibe el dulce-amargo de tener que rastrear alimentos para estar bien y traer al mundo una criatura saludable.
«Esto no va a ser eterno, las cosas deben mejorar», dice una señora en la cola, y el resto la mira como si se tratara de un extraterrestre, y a Anne esos comentarios poco le importan, porque está recordando los instantes en que su tía Marbella (quien la crió luego del fallecimiento de sus padres) le decía una y otra vez que en la vida es necesario ahorrar.
«Anne no se trata de llamar a la pobreza mija, se trata de que uno se prepare así como el cuento de las vacas gordas y las flacas ¡Reúne muchacha, reúne!», le decía Marbella una y otra vez, pero ella no quería entender, y sólo lo pude comprender en tiempos en los que se hacía difícil obtener alimentos en el país, en los tiempos duros de carestía y escasez, que se juntaron con su embarazo y el cierre de la empresa para la que trabajó por casi 11 años.
Y es que Anne era una excelente administradora, sin embargo, al quedar cesante y estando embarazada, era muy difícil poder volver a percibir el sueldo extraordinario que siempre le permitió vivir muy bien.
La historia de su noviazgo acabado y el embarazo, eran capítulos que ella prefería no tocar jamás, y ahora estaba tratando de asimilar que para poder comer y vivir debía hacer muchos esfuerzos y olvidarse de la vida de lujos, ya no podía hacer otra cosa más que tratar de «estirar» el dinero de la liquidación y llevar a buen termino su embarazo.
Afortunadamente faltaba poco, pero Anne se desesperaba viendo pasar ante sus ojos el deterioro de la economía en su país.
Orly y Meurys, sus dos mejores amigas, le recomendaban tratar de salir del país usando sus viejos contactos de la empresa, pero Anne comenzó a pensar seriamente en que si tomaba ésa decisión se convertiría en otra venezolana desertando, y ella quería conservarse entre quienes han apostado a trabajar duro por el país.
Hacía dos días que Anne no estaba comiendo lo bien que debía, y a ello le atribuyó cierto malestar general, sin embargo, cuando rompió fuente en plena cola alguien le advirtió que ella estaba en trabajo de parto y que no era tanto lo que le faltaba para tener a su bebé.
La llegada al mundo de Sebastián se convirtió para Anne en la reafirmación de que era necesario quedarse en el país y mostrarle al muchachito que ella no se acobardará ante nada. Hace casi 8 meses que Anne dió a luz a su hijo en una cola, asistida por personas que para nada la conocían, pero que sin dudar le tendieron la mano, la apoyaron y le dieron la ayuda posible; y eso para ella ocurrió porque es su gente de la Venezuela del cacao sabroso, de las mujeres bellas, y del vecino piadoso.
Los días y las noches no han sido fáciles, Anne ha tenido que desprenderse de muchos objetos que con sacrificio había comprado para su hogar, y también ha tenido que cambiar totalmente su forma de vida, ha aprendido a resolver con las cosas que tiene, a ser menos suntuosa, a comer bien a respirar aliviada sabiendo que si no tiene un recurso puede usar otro; y lo mejor de todo es que siendo administradora, ha logrado equilibrar su economía en el hogar, al punto que ha decidido dedicarse al comercio, especialmente de alimentos preparados que no signifiquen un elevado costo para sus vecinos.
Las arepas ya listas para ser rellenadas, jugos endulzados con poca miel; tortas endulzadas con frutas; platos de almuerzo a base de verduras y ensaladas, se han convertido en la forma en que Anne ha comenzado a expandir su negocio, ofreciendo a las personas opciones menos costosas.
Ella nos asegura que en algunos meses podrá viajar, pero sólo saldrá del país para conocer Argentina, México u otro territorio del cual aprender y poder volver a Venezuela a seguir luchando por lo que ama entre dulce y amargo.
Nota: Cuidado en la Acera es un espacio en el que se mezclan realidad y fantasía, ofreciendo una reflexión acerca de determinados temas sociales, que para nada busca lesionar a persona o institución alguna. ¡Hasta la próxima historia!
Por: Janeth Solórzano