Sofía abre muy bien sus ojos cada mañana y luego de estirar mucho su cuerpo sale de la cama casi en un salto, para incorporarse justo frente a la ventana de su habitación. A ella le fascina disfrutar del frío de la mañana y sentir en su rostro el sabroso golpe del aire mañanero. Luego de eso ella puede hacer casi cualquier cosa que se le ponga en frente, con optimismo y alegría.
Hace dos años que Sofía volvió a nacer, tras haber sufrido la pérdida de su pareja. Estar más unida a su familia le ha fortalecido de una forma increíble, y ella asegura que uno de los episodios más importantes de su vida fue la aparición y desaparición de Juan José en su vida.
El comienzo
Una tarde tras salir de sus labores y de dirigirse a la estación del Metro, Sofía sentía que alguien estaba mirándola y no pudo evitar lanzar su cabello hacia su espalda para voltear y encontrarse con la mirada penetrante de un hombre de unos 35 años de edad.
Sofía intentó evadir la mirada, y hasta pensó que podría tratarse de alguien que quería robarla, pero no fue así. Juan José se las ingenió para presentarse ante ella y también para lograr que le aceptara una invitación, y luego otra; hasta que entre ellos quedó develada la química que hace posible que un hombre y una mujer puedan hacer pareja.
Los dos meses siguientes Sofía y Juan estaban muy unidos. Hacían planes incluso para mudarse juntos, y todo marchaba estupendo.
La tarde del jueves siguiente a que la pareja decidiera mudarse, Juan salió de viaje a Maracay. Él debía hacer la entrega de unos repuestos para vehículos, en el marco de sus labores para la empresa que le empleaba. Sofía, por su parte, estaba trabajando en unas maquetas relacionadas con sus labores como asistente de ingeniería; y se suponía que se encontraría la noche del viernes siguiente para compartir juntos en la casa de ella.
La brisa del viernes por la mañana era más cálida que de costumbre y una mariposa oscura se posó en la ventana del cuarto de Sofía, sin embargo, ella no le dió demasiada importancia al asunto, más allá de lo hermoso que le parecía poder volver a respirar aquel día, y contaba las horas para verse de nuevo con su Juan José.
La mariposa la seguía hasta la sala de su apartamento, y entonces Sofía le prestó más atención. Cuando sintió el timbre de su apartamento el frío recorrió su cuerpo extrañamente, pero no quiso hacer demasiado caso a la situación y enseguida fue a abrir la puerta. El abrazo de Juan no se hizo esperar, y su beso fue muy cálido; y aunque estaba diferente ella sentía que había mucho amor y afecto de su parte.
Juan y Sofía se fundieron en amor ese día, y ella estaba feliz de poderle ver más temprano de lo esperado. Juan no quiso probar bocado alguno y sólo la miraba mucho y la besaba cada vez que tenía oportunidad. Sofía estaba embelesada por la actitud de su novio. Ella siempre se había sentido amada por él, sin embargo, aquel viernes por la mañana era aún más intenso su sentimiento, tanto así que parecía que se estaba despidiendo.
Ambos hablaron mucho acerca del significado del amor a su edad, y de la oportunidad que habían tenido de encontrarse en esta vida.
Juan insistió mucho en decirle a Sofía que sus almas estarían unidas en esta vida y la siguiente, y ella no comprendía demasiado lo que él quiso decirle.
Juan José se asomó a la ventana del cuarto de Sofía, justo cuando el teléfono sonó y ella corrió a atender. Alguien al otro lado del auricular le contaba a Sofía que su novio Juan José D´Freitas acababa de ser asesinado de un disparo cuando se encontraba en una tienda en el centro de la ciudad de Maracay. Ella le decía a su interlocutor que estaba equivocado, porque su novio estaba justo en ese momento con ella, pero al voltear hacia la ventana de su cuarto Sofía sólo pudo ver cómo la mariposa oscura volaba fuera de la estancia, y ya Juan no estaba allí.
La voz al otro lado del teléfono era casi imperceptible para Sofía, ella poco a poco iba comprendiendo y sentía que iba a enloquecer.
En efecto, poco antes de que el alma de Juan José llegara a despedirse de ella y pudiera contactarla y besarla, su cuerpo había sido abaleado por los sujetos que ingresaron a la tienda y miraron al hombre alto de unos 35 años de edad, le apuntaron al rostro y uno de ellos disparó, luego vino la confusión y su acompañante gritaba: «¡Ese no era coño!». Enseguida una mariposa muy oscura volaba por todo el sitio, pero muy pocas personas pudieron percibir la escena en medio de la tragedia y el susto del momento.
Nota: Esta historia llegó a mí pluma de una manera mágica y he querido compartirla con todos mis lectores. La transformación del dolor en amor, en la firme convicción de que si no es en esta vida, pueda ser en nuestro siguiente plano. ¡Hasta nuestra próxima historia!
Por: Janeth Solórzano