Durante años, los chavecos disfrutaron de este sistema pues eran mayoría; la oposición, hoy en la MUD, no se quejó, pues tenía la convicción de que en algún momento se beneficiarían de ser mayoría, lo que ocurrió en diciembre pasado
Hugo Chávez criticó los sistemas electorales mayoritarios antes de ser Presidente. Dijo incluso que nuestro sistema de entonces, a pesar de las trampas que según él permitía, era mejor que el sistema gringo, pues allá podía ser electo presidente alguien que no tuviera la mayoría de los votos. Luego de asumir la presidencia se comportó como cualquier politiquero, le importó un bledo lo que había dicho y comenzó a utilizar mecanismos contrarios a cualquier tipo de proporcionalidad: recordemos las morochas usadas en la elección de la Asamblea Constituyente. Luego decidió “cortar por lo sano” y ordenó elaborar una legislación, que eliminara la proporcionalidad establecida en el artículo 63 de la Constitución, lo cual se cumplió con la LOPRE en 2009, que consagra el sistema electoral mayoritario actual.
Durante años, los chavecos disfrutaron de este sistema pues eran mayoría; la oposición, hoy en la MUD, no se quejó, pues tenía la convicción de que en algún momento se beneficiarían de ser mayoría, lo que ocurrió en diciembre pasado. Ante la clara derrota, los adalides de la democracia participativa y protagónica, que alardeaban de haber ganado una veintena de elecciones, se transformaron abruptamente en temerosos de las mismas, al haber ahora grandes probabilidades de perderlas. Su apego democrático existió mientras ganaban, al dejar de hacerlo, desapareció y no se convocan más elecciones. Es una lógica que solo cabe en la mente desquiciada de fanáticos que creen estar destinados, por fuerzas sobrenaturales e intereses sublimes, para salvar a Venezuela y a los venezolanos aún contra su propia voluntad.
Hoy, en una negociación producto de presión internacional: Unasur, Unión Europea, Iglesia Católica, ONU, OEA, gobierno español y sobre todo EE.UU., pareciera que los bandos adelantan posiciones para estar en mejor condición de negociación. Uno de los problemas del Gobierno son las elecciones de gobernadores y consejos legislativos regionales. En las primeras es poco lo que pueden hacer, más allá de negociar su posposición, para ver si la derrota que sufrirán es reducida ante mejoras circunstanciales de las condiciones de vida de la gente o errores y divisiones en las fuerzas de la MUD.
En las legislativas regionales, sin embargo, podrían recurrir a restaurar la proporcionalidad eliminada por la LOPRE, lo que les daría una representación en los consejos legislativos mucho mayor que la que obtendrían de seguir la LOPRE tal y como está. Esto los dejaría en mejor posición en los distintos estados frente a Gobernadores adversos. Es inentendible que el alto gobierno no haya comprendido esta necesidad y no haya pensado en corregir una de las situaciones más injustas y perversas existentes. Sería un cambio difícil de ser enfrentado y que realmente perfeccionaría nuestro sistema electoral.
Luis Fuenmayor Toro