Triunfó de nuevo en el GP de Alemania para sacar ventaja a Rosberg
A Lewis Hamilton la cara se le iluminó más que de costumbre en el podio de Hockenheim. Un lugar especial en lo psicológico porque Nico Rosberg, cuarto tras un gafado mediodía, ni siquiera pudo acompañarle.
Su cuarto triunfo consecutivo, el sexto en las siete últimas citas, lanzó al tricampeón británico hasta su mayor ventaja de la temporada: 19 puntos. Con ella se marcha de vacaciones y con esa losa tendrá que convivir Nico, que se ha visto destrozado por el genial mes de julio (4/4) de su némesis.
Los Red Bull, Ricciardo (2º) y Verstappen (3º), levantaron un muro insalvable entre los dos Mercedes y ya son, por derecho propio, la segunda fuerza del campeonato. [Narración y clasificaciones]
Rosberg vivió delante de su público una de esas tardes que todo piloto quiere olvidar nada más bajarse del monoplaza. El problema para él es que tiene por delante casi un mes en el que darle vueltas a la cabeza al asunto.
Y el asunto empezó cuando su trono en la parrilla quedó convertido en una silla más, sólo un par de segundos después de que el semáforo se apagase.
Su Mercedes quedó petrificado en el flanco izquierdo del asfalto, como si alguien le hubiera metido plomo en sus neumáticos.
Por eso los lobos que lo rodeaban, los más feroces del momento, lo devoraron sin piedad. Primero Hamilton, que aceptó el regalo y puso la directa como si tuviera prisa por marcharse de vacaciones al otro lado del charco.
Después los chicos energéticos, Ricciardo y Verstappen, que irrumpió como una centella ante el asombro general.
Ese primer capítulo de Nico lo desterró hasta la cuarta posición. Mientras la grada del viejo Hockenheim, entregada con su piloto, se echaba las manos a la cabeza. Y lo volvería a hacer unos minutos después, en el primer paso del alemán por el garaje.
Entre las manos de sus mecánicos se le escapó algo más de un segundo al que fuera líder del Mundial hasta Hungría.
Esta vez el error era del equipo, pero la víctima, de nuevo, era el propio Rosberg, que comenzaba a deponer las armas no sólo frente a su compañero sino también ante los dos Red Bull, que se ha ganado el honor de ser ya la segunda escudería del Mundial por delante de una desnortada Ferrari.
La tercera bofetada, letal para subir al podio, llegó superadas las 30 vueltas. Nico eligió la horquilla de la curva 6 para devolverle el zarpazo en la salida a Verstappen. No se cortó a la hora de lanzar su bólido por el único resquicio que dejó el chaval holandés, sólo que cuando ya había ganado la posición, decidió prolongar la curva por el exterior, cerrando el paso al Red Bull.
Una escena que trajo a la memoria el impactante final en Austria, cuando se abalanzó sobre Hamilton para evitar la victoria del británico. «Tenía el volante totalmente girado, él se ha movido en frenada», protestaba Rosberg, aunque los comisarios ya habían tomado su decisión. El alemán era castigado con cinco segundos, aunque, sorprendentemente, su monoplaza se detuvo más de la cuenta, por si acaso…
«No funcionó el cronómetro», fue la asombrosa explicación de Toto Wolff, el jefe de la escudería. El sueño de una hazaña en casa quedaba para una futura ocasión.
Por delante, Hamilton apenas pestañeó en el paseo triunfal sobre el asfalto de su rival por el título. Otra afrenta más tras la de Montecarlo.
Lewis acababa de profanar el segundo de los ‘santuarios’ de su compañero y, tras su cuarta victoria consecutiva, se marcha de vacaciones con la mayor renta del año, 19 puntos, y la certeza de que su socio se estará comiendo la cabeza durante las semanas de parón veraniego hasta Spa.
Porque en este cargado mes de julio con cuatro carreras, el líder del Mundial le ha endosado 43 puntos a su principal amenaza.