Su llamado se produjo en el último acto de la Jornada Mundial de la Juventud, un encuentro de jóvenes católicos de todo el mundo de una semana de duración que se celebra cada tres años en una ciudad distinta. El pontífice argentino anunció que la próxima sede será Panamá en 2019
El papa Francisco animó el domingo a los cientos de miles de jóvenes fieles reunidos en el sur de Polonia en el último día de la Jornada Mundial de la Juventud a «creer en una nueva humanidad» que es más fuerte que el mal y se niega a utilizar las fronteras como barreras.
Su llamado se produjo en el último acto de la JMJ, un encuentro de jóvenes católicos de todo el mundo de una semana de duración que se celebra cada tres años en una ciudad distinta. El pontífice argentino anunció que la próxima sede será Panamá en 2019.
El evento motivó el primer viaje de Francisco a un país de Europa del Este, que duró cinco días e incluyó una visita al campo de exterminio de Auschwitz y una petición para mantenerse alejados de la devastadora ola de ataques terroristas que sacude el mundo.
Por segundo día consecutivo, una multitud abarrotó una vasta pradera a las afueras de Cracovia para ver al papa.
Algunos de los jóvenes pasaron la noche acampados en el prado tras una vigilia nocturna del pontífice ante una multitudinaria audiencia, de 1,6 millones de personas según los organizadores de la JMJ.
La misa del papa del domingo, la última que dio en su viaje a Polonia atrajo a 1,5 millones de fieles, de acuerdo con el reverendo Federico Lombardi, vocero del Vaticano y autoridades polacas.
El papa empleó los múltiples encuentros que mantuvo con los jóvenes —desde actos multitudinarios a un almuerzo privado con solo una docena de representantes de los cinco continentes— para animar a la nueva generación a trabajar por la paz, la reconciliación y la justicia.
Dios, manifestó Francisco en su última homilía, «nos pide coraje real, el coraje para ser más poderoso que el mal, amando a todo el mundo, incluso a nuestros enemigos».
«La gente puede juzgarlos de soñadores, porque creen en una nueva humanidad, una que rechaza el odio entre pueblos, una que se niega a ver las fronteras como barreras y que puede celebrar sus propias tradiciones sin ser egocéntrica o estrecha de mente», dijo el pontífice a una audiencia compuesta en su mayoría por jóvenes de entre 20 y 30 años.
El domingo en la noche, camino al aeropuerto, Francisco se reunió con cientos de jóvenes voluntarios para agradecerles por su trabajo. Le prepararon un discurso, pero viendo las hojas en su mano, dijo enfadado «¿cinco páginas?» y comenzó a hablar libremente en español, su lenguaje materno.
«¿Quieren tener esperanza en el futuro?», les preguntó Francisco, recibiendo como respuesta un entusiasta «¡Sí!».
Antes en su viaje, Francisco expresó su consternación porque muchas personas y lugares no reciben de buen grado a los refugiados o migrantes que huyen de la pobreza en sus países de origen.
La misa del domingo, la última oficiada por el papa en Polonia, reunió a cientos de miles de jóvenes. Al acto asistieron además algunos de los principales líderes del país, entre ellos el presidente, Andrzej Duda, y Jaroslaw Kaczynski, presidente de la formación conservadora Ley y Justicia. Kaczynski es considerado la figura más poderosa en la política nacional y defiende una visión procatólica pero antimigratoria.
En su viaje hasta la pradera donde celebrará oficiará la misa, el papa bendijo dos edificios gestionados por la organización benéfica católica Caritas. Uno de los inmuebles es un centro de día para ancianos y el otro será un almacén de alimentos para los necesitados que se llama «El pan de la misericordia».
A su salida, Francisco tomó un pedazo de pan oscuro de un bollo grande y redondo que le ofrecieron mujeres vestidas con el traje tradicional polaco. Asintió con la cabeza en señal de aprobación mientras se alejaba masticando el alimento.
Frances D’Emilio / AP