El régimen está en campaña electoral porque aquí va a haber revocatorio, y ellos lo saben. En efecto, ellos están conscientes que el CNE ya no les seguirá siendo útil para retrasar el RR
Mientras un pequeño sector del país opositor anda cabizbajo, intoxicado por el discurso desmoralizante de Tibisay Cabello, Diosdado Maduro, Jorge Lucena y Nicolás Rodríguez, que dicen (palabras más, palabras menos): “ya saben, no habrá revocatorio porque a nosotros no nos da la gana”, el régimen es mucho más respetuoso de la realidad y, más allá de su retórica tremendista, está en campaña.
¡Si! ¡El régimen está en campaña electoral! ¡Porque aquí va a haber revocatorio, y ellos lo saben! En efecto, ellos están conscientes que el CNE ya no les seguirá siendo útil para retrasar el RR. Ya las rectoras pesuvistas hicieron todo lo que pudieron, todas las triquiñuelas, todas las tropelías. Pero llegaron al llegadero. Y ese llegadero es la última semana de octubre para convocar a la consulta del 20 %. Esa fecha es una canallada, podría y debería ser mucho antes. Pero aún a finales de octubre, el régimen sabe que ese evento es potencialmente mortal para ellos. Ellos saben que en vez del 20 % puede acudir a ese proceso el 40 % o más de los integrantes del Registro Electoral Permanente. Ellos saben que si una cantidad de venezolanos superior al número total de votos obtenidos por Maduro en 2013 exige el RR, demostrará con hechos que el régimen presume de una legitimidad que en realidad no tiene. Saben que eso significaría su caída en breve plazo. Lo saben, y no tienen como evitarlo.
…Y no tienen como evitarlo porque la sola idea de usar al TSJ para ello, de “judicializar” el RR, de “inhabilitar” a la MUD, es realidad una carta suicida. El mundo sabe que, después de la vergonzosa sesión de la agonizante Asamblea Nacional madurista del 23 de diciembre de 2015, Venezuela no tiene en rigor Tribunal Supremo de Justicia, sino una oficina judicial del régimen, cuya única función en frenar a la nueva y legítima Asamblea Nacional. Si la cúpula corrupta que desgobierna al país utiliza a ese disminuido TSJ para “congelar” el RR o para “inhabilitar” a la MUD (es decir: para inhabilitar a la oposición venezolana, a la tarjeta más votada en la historia político-electoral de Venezuela), eso sería equivalente a declararse públicamente “gobierno forajido”, con todas sus consecuencias: el cerco externo y la implosión interna.
Si por ellos fuera, no habría elecciones en este país, de más nada, más nunca. Pero no tienen como evitarlo. Y, en consecuencia, se aprestan a hacer lo que es lógico: desmovilizar al país opositor mediante mensajes desmoralizadores; intentar cohesionar lo que les queda de base militante mediante “ayudas” clientelares (control de los Clap) y exacerbando el sectarismo y el odio (con gestos como la ratificación de la inmoral sentencia contra Leopoldo López); y lanzando gestos como el aumento salarial, a ver qué incauto caza en el centro…
No es que esa estrategia sea “mala”. Es que ninguna estrategia (mala, regular o buena) le será útil a un régimen al que ya le pasó su hora. El Chavo-Diosdado-Madurismo está desgastado, erosionado, carcomido, por el sabañón de la corrupción y la estulticia. Cualquier estrategia que a otro actor político le serviría por lo menos para levantar cabeza, en el caso de este régimen lo que logra es profundizar su desprestigio y acelerar su caída: si aumentan el salario, la gente sabe que la única manera de que ese y cualquier otro aumento sirva para algo es teniendo otro gobierno, otro sistema y otro modelo económico, porque si no, aunque suban el salario mínimo mil por ciento, al día siguiente el costo de la vida, la inflación implacable, lo pulverizará; si ratifican la condena ilegal contra López, lo que queda de la base madurista, en vez de compactarse por el odio, lo que hace es pensar: “qué torpe es Maduro, con gestos como ese lo que hace es ponerse él mismo en peligro, porque con la vara que midas serás medido. Retratarse con él no parece prudente…” Si lanzan un discurso desmoralizador se les devuelve como un bumerán, porque si alguien está desmoralizado es una base militante que fue formada por consignas como “Somos mayoría”, “El pueblo es el soberano”, “la democracia tiene que ser participativa y protagónica”, y que ahora ve a su patética dirigencia poniendo pretextos de fechas y leguleyismos para no someterse a la voz del pueblo.
Y es que hoy el problema no es de estrategias y discursos, sino de realidades: los chavistas de ayer, que creyeron de buena fe aquella mentira de que “en la cuarta república los pobres comían perrarina” ahora descubren que, en la Venezuela chavo-diosdado-madurista de hoy, unos venezolanos se comen los perros que otros venezolanos abandonan por no poderlos mantener, y todavía no se sabe cuál grupo es más cruel que el otro; los chavistas de ayer, que cantaban con Alí Primera “que triste se oye la lluvia en las casas de cartón…”, ahora tienen que escuchar lo tristísimas que se oyen las lágrimas cuando caen sobre las urnas de cartón, únicas a las que tienen acceso los pobres, ya que la madera es muy cara y no hay latón para construir féretros porque el régimen destruyó a Sidor; los chavistas de ayer, que celebraban “los poderes creadores del pueblo” y recitaban, entre otros textos del entrañable Aquiles Nazoa, “La Historia de un caballo que era bien bonito”, ahora tienen que conocer la historia real y terrible de otro caballo que era bien bonito, Azabache, el hermoso corcel negro que hacía las delicias de los niños en el Zoológico de Caricuao, y que un grupo salvaje robó y asesinó una noche… ¡para comérselo! Realidades como esas, verdades estremecedoras como esas, sumadas al calvario cotidiano para conseguir alimentos y medicinas, no las puede resolver el gobierno con “estrategias” o “discursos”.
La única contribución real que el régimen puede dar para resolver la crisis es separarse del poder, y no quiere hacerlo. El pueblo, entonces, tiene que obligarlo, usando para ello instrumentos y mecanismos de carácter estrictamente constitucional y pacífico. En eso estamos. Para eso es el Referendo Revocatorio.
El régimen está en campaña: campaña de violencia, de mentiras, de demagogia populista. No saben hacer otra, en fin. El pueblo tiene que hacer su campaña: de propuestas, de razones, de movilización pacífica y contundente, de unidad, de verdad, de futuro, de voto y lucha, de voto y calle. Por eso el primero de septiembre tiene que ser una movilización inmensa, que muestre al mundo la condición ampliamente mayoritaria del país que quiere cambio; por eso es que el 20 % tiene que transformarse en un terremoto político, que muestre la nueva mayoría nacional; por eso es que al día siguiente de ese conquistar mucho más que ese 20 % que establece la Constitución, le estaremos diciendo al régimen, con la fuerza infinita de más de 8 millones de voluntades: “Aquí y ahora empieza en Venezuela el cambio para bien, en paz y por la paz”. ¡Pa’lante!
”RADAR DE LOS BARRIOS/ Jesus Chuo terrealba