Todos los seres humanos nacemos espiritualmente muertos, ya que traemos en nuestro interior el pecado de Adán y Eva y así lo dicen las Santas Escrituras: “Por medio de un solo hombre el pecado entró en el mundo y por medio del pecado entró la muerte, fue así como la muerte pasó a toda la humanidad, porque todo pecaron”, versículo 12, capítulo 5 de la Epístola a los Romanos.
Algunos lectores dirán que ellos no son pecadores, porque se portan bien, que fueron bautizados cuando niños, que van a la iglesia, que leen la Biblia y cumplen sus mandamientos.
Todo eso es importante y necesario en la vida de todo ser humano, pero lamentablemente si no han entregado su vida a Jesucristo y no lo han recibido como su Señor y Salvador, continúan muertos espiritualmente; ya que Él es el único que perdona nuestras pecados y nos redime ante el Padre Santo.
Y así lo leemos en la Biblia: “A la verdad, cuando éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados”, Romanos 5:6 y el versículo 28 del capítulo 9 de la Epístola a los Hebreos dice: “También Cristo fue ofrecido en sacrificio una sola vez para quitar los pecados de muchos y aparecerá por segunda vez, ya no para cargar con pecado alguno, sino para traer salvación a quienes lo esperan”.
Esta es la bendita promesa de Dios, para quienes le hemos entregado nuestra vida al Señor Jesucristo y tú también puedes disfrutar de esa bendición, da el paso hoy y recíbelo como tu Salvador personal. Sólo necesitas tener un corazón dispuesto y declararlo con tu boca, lo demás lo hará el Espíritu Santo.
El cristianismo no es una religión, es entregar nuestra vida a Jesucristo y aceptarlo como nuestro Señor y Salvador.
Dios te bendiga y te guarde. Hasta el próximo encuentro con La Palabra de Dios.
Lic. Beatriz Martínez
(CNP 988)
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