La pasada semana entregó su alma a Dios, un calificado dirigente vecinal de la comunidad de Las Clavellinas, en Guarenas; hombre menudito, de gran fortaleza espiritual, imaginación y temple. De su gestión como líder y como colaborador dependieron los avances y logros -que como vecinos se propusieron en aquellos años de 1960 en adelante- los primeros habitantes de este sector, logrando se consolidara un poblado con mejores condiciones de habitabilidad.
Este guarenero de adopción, recreó en sabrosas tertulias, las vivencias de los viajes a lo largo y ancho de Venezuela cuando se desempeñó como mecánico y operador de maquinarias pesadas. Ecologista, parapentista (a los 80 años), bailador de los buenos (siempre), caballero (ante todo), diseñador y realizador de escenografías en la A.C.Cultural Curupao, entusiasta e incondicional ante cualquier causa que generara bienestar para su familia y el entorno, amante de las aves, conocedor de las propiedades curativas de las plantas, buena persona, excelente padre y esposo, y creyente en Dios por encima de todas las cosas. Para esta servidora, se trató de un inolvidable amigo que compartió un sinfín de divertidas e interesantes anécdotas, muchas de ellas registradas en nuestro libro “Ven mañana por sal”, por tener el colorido y la magia de su espíritu alegre y curioso. Así lo recordaremos siempre. Paz a los restos de Carlos Enrique García.
Marta Crespo